La educación pública estadounidense atraviesa una crisis: baja asistencia, bajo rendimiento, bajas tasas de graduación y una enorme escasez de docentes.
Los expertos lo atribuyen a la pandemia. La galardonada educadora y egresada de RIC Yanaiza Gallant está de acuerdo. “En educación lo llamamos ‘el efecto COVID’”, dice.
La pandemia de COVID provocó una pérdida amplia y duradera en el aprendizaje en los Estados Unidos. De acuerdo a un estudio de 2024: para 2022, solo el 26 % de los estudiantes de octavo grado estaban a nivel o por encima del grado de suficiencia en matemáticas; mientras que menos de un tercio de los estudiantes de cuarto grado (32 %) lo estaban en lectura; además el 30 % de todos los estudiantes tenían ausentismo crónico.
En esta sesión de preguntas y respuestas, Gallant aborda el “efecto COVID”, así como los problemas sistémicos que históricamente han afectado a la educación estadounidense.
Gallant ha sido educadora durante más de 20 años en el sistema de escuelas públicas de Providence e East Providence. Hija de refugiados cubanos que huyeron del régimen de Fidel Castro, llegó a los Estados Unidos con sus padres cuando tenía cinco años. A lo largo de su formación en la escuela pública, Gallant vio la educación como un igualador que logra cambiar la trayectoria en la vida de las personas.
Fue la primera de su familia en ir a la universidad, graduándose de RIC con tres títulos: licenciatura en Trabajo Social (1998), licenciatura en Educación Primaria (2002) y maestría en Educación en Lectura (2012). Y completó su certificación administrativa a través de la Academia de Liderazgo de la Ciudad de Nueva York.
Gallant comenzó a enseñar en el Sistema de Escuelas Públicas de Providence en 2002. En 2014 se incorporó a la Escuela Primaria Orlo Avenue en East Providence como directora de transformación, la cual estaba clasificada entre el cinco por ciento con peor rendimiento de las escuelas de Título I (programa de financiación federal para los estudiantes académicamente en riesgo en escuelas públicas y privadas) del estado. A Gallant se le atribuye darle un vuelco transformador a esta escuela; pues en cinco años, paso de ser una de las de peor rendimiento en Rhode Island a un modelo a nivel estatal. Hoy es directora de aprendizaje multilingüe para las escuelas de East Providence.
Gallant también recibió el Premio Nacional de Educadores Milken, que se considera el Oscar de la profesión docente. El premio, que se le entregó en 2012, consolidó su lugar entre los mejores educadores no solo del estado de Rhode Island sino de la nación.
Yanaiza, ¿podría usted explicar el “efecto COVID”?
Parte de nuestro aprendizaje proviene de la socialización. De esa manera establecemos normas y aprendemos lo que es aceptable y lo que no. Durante COVID, cuando los niños fueron al aprendizaje remoto, se les impidió socializar. Estaban aislados en casa y tenían acceso a la tecnología las 24 horas del día. Entonces, lo principal que estamos viendo como resultado del COVID es la falta de compromiso; con sus maestros, entre ellos y con lo que se está enseñando.
También hay una falta de lo que yo llamo perseverancia. Se trata de cuánto tiempo puedes seguir intentando algo antes de que te rindas. Las investigaciones nos dicen que la razón por la que la tecnología es tan atractiva para los estudiantes es la gratificación instantánea que proporciona. Si necesito una respuesta, la tecnología me la da de inmediato. Cuando regresas a la escuela y el maestro te pide que pienses críticamente sobre algo de múltiples maneras, las neuronas de tu cerebro no están entrenadas para avanzar [con dificultad] a través de algo que desconoces. Lo que estamos notando es un comportamiento problemático que resulta de la frustración; la cual proviene de no tener la resiliencia para intentar cosas difíciles y perseverar. Por lo tanto, estamos viendo un aumento del incumplimiento, donde los niños dicen: “No voy a hacer esto. No quiero hacerlo. Estoy cansado”.
Como no han estado en un entorno social, también tenemos que reeducarlos en cómo expresarse y cómo compartir sus pensamientos e ideas. Me parece que el diálogo con ellos es muy breve. Es más como enviar mensajes de texto. Lo veo en mis propios hijos, cuando les envío un párrafo largo y me responden con la palabra “Okay”. De hecho, ya ni siquiera escucho la “O”, solo la “K”. Si alguna vez te has sentado con un grupo de estudiantes de secundaria, es la cosa más incómoda del mundo. Sé que esto suena muy básico, pero tienes que enseñarles a hablar entre ellos.
¿Qué podemos hacer para mejorar las calificaciones en lectura y matemáticas, que han sido bajas en los EE. UU. durante décadas?
Escucho esta pregunta todo el tiempo. Voy a responderla con otra pregunta: ¿Cómo medimos el éxito de los estudiantes? ¿Cómo medimos lo que saben? Si se basa en las calificaciones de las pruebas estandarizadas, ahí radica el problema.
Estas pruebas existen desde siempre. Es un sistema anticuado que no funciona en el mundo moderno. En ninguna entrevista de trabajo te preguntarán qué puntaje obtuviste en el examen NECAP de cuarto grado. Incluso las universidades están comenzando a darse cuenta de esto. Antes les daban mucha importancia a los exámenes SAT (test de aptitudes escolares), sin embargo, actualmente quieren saber cuáles son tus actividades extracurriculares y qué tan activo eres en la comunidad.
Al centrarnos en los resultados de las pruebas estandarizadas, lo único que hacemos es apagar la luz de nuestros muy inteligentes estudiantes, que pueden reparar una Chromebook en dos segundos mientras nosotros luchamos con ella durante cuatro horas. No obstante, decimos que ese estudiante no está logrando sus objetivos porque no puede decirnos el propósito del autor en un ensayo de cinco páginas. Debemos dejar de lado los resultados de las pruebas y llegar a conocer a los estudiantes de manera integral.
¿Cuáles son las formas más holísticas de medir lo que sabe un estudiante?
En educación lo llamamos Diseño Universal para el Aprendizaje, lo que significa permitir que nuestros estudiantes expresen lo que han aprendido de múltiples maneras. Howard Gardner estableció la teoría de las inteligencias múltiples, la cual dice que hay múltiples formas en las que los seres humanos muestran su conocimiento. Hay estudiantes visuales que se convierten en artistas, algunos prácticos que pueden arreglar una Chromebook y otros muy verbales que se convierten en líderes del mundo. ¿Cómo medimos eso? Necesitamos permitir que los estudiantes elijan cómo muestran su dominio del contenido. Igualmente me encantan las oportunidades de aprendizaje basadas en proyectos y el aprendizaje colaborativo para mostrar lo que saben los estudiantes.
¿Cómo pueden la IA y otras tecnologías mejorar los resultados de los estudiantes?
Algunos educadores adoptan la inteligencia rtificial y dicen que hay que utilizarla tanto como sea posible. Otros señalan que los estudiantes nunca aprenderán por sí solos si una máquina siempre hace cosas por ellos. A mí me gusta encontrar un punto intermedio y preguntar: ¿cómo podemos utilizar la tecnología para profundizar en el contenido? Anteriormente solíamos hacer excursiones para complementar lo que enseñábamos en clase; hoy podemos ir a cualquier parte del mundo utilizando esta herramienta. Por ejemplo: tener una reunión de Zoom con un astronauta de la NASA. El acceso que tenemos a través de la tecnología es una ventana de oportunidades.
También creo que la tecnología es la pieza de equidad que nos faltaba. En mi distrito, tenemos 28 idiomas. Con Traductor de Google, que tiene más de 300 idiomas disponibles, puedo traducir información para los padres, no solo en español sino también en árabe, turco o ucraniano. La tecnología ha igualado el acceso a nuestras familias que a menudo eran marginadas. Para mí, esa es la parte emocionante de este recurso.
Creo que necesitamos explorar verdaderamente cómo se verán nuestra fuerza laboral y nuestro mundo en los próximos 10 años, porque necesitamos comenzar a preparar a nuestros estudiantes para las carreras del futuro. Las empresas nos dicen que no estamos preparando a los estudiantes para el mundo, y tienen razón. Todavía les estamos diciendo que cierren sus libros y memoricen 20 hechos algebraicos. ¿Para qué? Estos niños tienen tecnología que puede hacerlo por ellos. Lo importante es lo que hacen con esos datos. ¿Puedes tomar esta fórmula algebraica y construir algo que funcione para el mundo?