Luego del parto, todo cambia. El cuerpo, la rutina, las prioridades y, especialmente, la forma de relacionarnos con el placer. Muchas mujeres me han contado que después del nacimiento de su bebé no se sienten listas para la intimidad. No es que no amen a su pareja, es que el cuerpo duele, la mente está saturada y el alma aún está digiriendo todo lo vivido.
En el postparto inmediato, el cuerpo necesita descanso y reparación. El útero tarda semanas en volver a su tamaño, el suelo pélvico puede estar débil o lastimado, y si hubo cesárea, los movimientos son limitados. Además, la lactancia reduce los niveles de estrógeno, lo que puede disminuir el deseo sexual y causar resequedad vaginal.
Todo esto es parte del proceso.
El cerebro también cambia. Hay mayor activación en áreas de empatía y protección, lo que explica esa conexión tan fuerte con el bebé. Pero también puede generar irritabilidad, agotamiento o desconexión con la pareja. Por eso, es tan importante no apurarse. La sexualidad no se reanuda “cuando pasen los cuarenta días”. Se reanuda cuando hay confianza, deseo y consentimiento mutuo.
Algunas parejas se sienten perdidas. He escuchado frases como: “Ya no sé cómo tocarla”, “no quiero presionarla, pero la extraño”, o “siento que ahora somos solo papás”. Es normal. Lo que no es sano es quedarse en el silencio. El diálogo, incluso si es torpe, es fundamental. Hablar sin culpas ni exigencias. Preguntar: “¿Cómo te sientes?”, “¿Qué necesitas de mí?”, “¿Hay algo que pueda hacer para que te sientas vista, amada?”.
A veces, el reencuentro no empieza en la cama, sino en los gestos cotidianos. Preparar una taza de té, cambiar un pañal sin que lo pidan, sostener a la pareja cuando llora por falta de sueño. Esa también es sexualidad. Porque el erotismo no es solo físico, también es emocional y espiritual.
La Palabra nos recuerda: “El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. […] Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (1 Corintios 13:4,7). Ese es el tipo de amor que se necesita en el postparto: un amor que no exige, sino que acompaña. Que no presiona, sino que espera. Que no se rinde, sino que se adapta.
Retomar la intimidad sexual puede requerir tiempo y también guía. No hay nada de malo en buscar ayuda si hay dolor, temor, culpa o confusión. La consulta médica es necesaria para saber cuándo es seguro volver a tener relaciones sexuales, pero también lo es la conversación emocional. Y si hace falta, una guía profesional puede ser clave para volver a conectar desde el respeto y la ternura.
Cada historia es distinta, y cada reencuentro también. No hay un camino correcto, pero sí hay formas más amorosas de recorrerlo.
Si estás viviendo esta etapa o te estás preparando para ella, te invitamos a seguirnos en Instagram y Facebook como @creserusa o visitar nuestra página web para agendar una sesión con uno de nuestros coaches. La sexualidad también se transforma, y acompañarte en ese viaje es parte de nuestra misión.
