El sexo, la autoexploración y la autoestimulación, ha existido en nuestra historia desde el principio de lo que se ha conocido la existencia de la humanidad. Es quizás uno de los campos más analizados y menos comprendidos, por ser un instinto primario.
Algunos pensadores, como Sigmund Freud, sostienen que la religión, la política o la economía no son más que la máscara para ocultar la eterna pulsión que domina los seres humanos.
La importancia del sexo, así como del placer ser remonta a millones de años atrás; los juguetes sexuales, por ejemplo, no son cosa del siglo XXI. En Alemania, en el año 2005, se encontró un falo de piedra de 20 centímetros de largo que tendría alrededor de 28.000 años, sin esperarlo un juguete sexual en excelentes condiciones. La ubicación y la forma de este “Satisfyer”, sugería que se usó para el placer personal.
Otro maravilloso descubrimiento, aunque no hay una certeza que lo confirme, se cuenta que Cleopatra fue quien dio el salto del dildo regular al vibrador, al introducir en una calabaza seca y hueca abejas vivas que al revolotear provocaban la vibración.
En algún punto para muchas personas puede llegar a ser curioso entrar a una tienda sexual, mirar por internet o hablarlo con amigo/as. Aunque solo queda allí porque al hacerlo un poco más liberal muchos constructos como los religiosos, familiares, sociales, establecen que es un pecado, sucio o indebido. Pero la realidad, es mucho más que algo malo. Los beneficios personales como de pareja son muchos cuando se usa con respeto y responsabilidad, también aumenta la confianza, la comunicación, así como la autoestima.
Quizás por ello existe ahora una revolución, el sexo ahora es más que solo una ideología “para traer hijos”. Para las mujeres si sentía placer o no en el transcurso del mismo representaba algo secundario, y desde luego pocos hombres se preocupaban de que lo obtuvieran.
Gracias al empoderamiento femenino, ayudo a muchas mujeres salir de esa zona de confort y adaptar el amor propio en sus vidas, con ello también a preocuparse por su sexualidad.
La exploración en esta área abrió las puertas para probar algún producto, el cual pueda levantar el ánimo a la hora de hacer el amor. Incluso puede llegar a ser terapéutico para aquellas personas que tengan algún tipo de disfunción sexual.
En alguna conversación que tuve con algunos colegas, hablando de este tema a nivel religioso, que es uno de los más grandes tabúes, notamos que en ningún pasaje de la Biblia que prohíba el uso de un artefacto para la estimulación sexual entre una pareja casada, o del sexo en sí. De acuerdo a los principios bíblicos generales respecto a la sexualidad humana podríamos decir que explorar la sexualidad o usar juguetes eróticos no es pecado si se toman en consideración ciertos criterios:
- Buscar placer mutuo dentro de una atmósfera de amor y respeto.
- Si se practica en mutuo acuerdo.
- Aumentar la comunicación asertiva en el campo intimo y entrar en un ambiente de confianza.
- Salir de la monotonía y mantener viva la llama del amor.
- Buscar la fidelidad y la firmeza con tu pareja, así como hablar sobre sexualidad de la forma correcta.
El objetivo de los juegos sexuales consiste en unir a la pareja, algo que no está vetado en ninguna religión. Se considera que son una manera de mejorar la vida de las personas. Por tanto, los juguetes sexuales se convierten así en una alternativa para lograrlo. Les quitamos el velo de lo prohibido y los convertimos en nuestros placenteros aliados.
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