Los especialistas en trabajo social ayudan a otros a resolver problemas y obtener recursos, brindan apoyo durante las crisis y facilitan respuestas sociales a las necesidades de sus clientes.
A continuación, vemos el trayecto académico y laboral de dos trabajadoras sociales latinas quienes sin duda personifican esta definición.
Lady Franco (foto a la izquierda), quien obtuvo su titulación en Trabajo Social de Rhode Island College en 2023 y que ha comenzado su primer semestre de maestría en la misma área, se desempeña como representante de “Inmigration Housing”, ayudando a clientes indocumentados a obtener vivienda en la agencia Sojourner House; una organización sin fines de lucro en Providence que brinda intercesión, vivienda y educación para víctimas y sobrevivientes de violencia doméstica, agresión sexual y trata de personas.
“Existe el estigma de que sólo las mujeres sufren violencia doméstica, pero también tenemos clientes hombres que vienen con sus hijos”, afirma Franco. “Yo les ayudo a encontrar un hogar seguro, les brindo apoyo e información para que aprendan a navegar el sistema y les encuentro recursos dentro de la comunidad. También los conecto con el Centro de Desarrollo de la Fuerza Laboral (Workforce Development Hub) de Rhode Island College en Central Falls, que está ahí para ayudarles a alcanzar sus objetivos económicos, educativos y de sanidad”.
En su rol de trabajadora social, Franco, a quien le agrada mayormente ser defensora de los derechos de sus clientes, siente gran pasión por su trabajo y motivación para seguir haciéndolo. Igualmente, está convencida de que todo el conocimiento que obtuvo a lo largo de los años y las experiencias como inmigrante y persona que alguna vez también recibió ayuda de una trabajadora social, le han permitido comprender, empatizar y conectar con sus clientes de una manera más estrecha.
“Durante los cuatro años que llevo haciendo este trabajo, he podido luchar por los derechos de mis clientes y buscar la ayuda que necesitan para tener una vida próspera”, dice. “Ahora que comencé mi maestría, mi objetivo es convertirme en trabajadora social clínica; y dentro de un par de años me veo asesorando a mi comunidad latina e inmigrante para ayudarles a mejorar su salud mental”.
Franco, madre de tres hijos, se matriculó por primera vez en RIC en 2017 para tomar clases de ESL (inglés como segunda lengua) y en 2019 comenzó su titulación en Trabajo Social.
“Estudiar en un segundo idioma no es fácil, por eso los recursos de RIC, como el Writing Center (Centro de Escritura), fueron de gran ayuda cuando tenía dificultades para escribir mis ensayos”, explica ella, quien además recibió ayuda alimentaria y subsidios para gastos personales de la organización Learning for Life de RIC.
Asimismo, reconoce que el apoyo incondicional de sus profesores y compañeros la ayudó a dejar de lado sus miedos e inseguridades y a crecer profesionalmente, lo cual le brindó la capacidad de ser más práctica a la hora de ayudar a sus clientes.
“Aunque no son de mi total agrado los juegos de roles [entre médico y paciente] que se hacen en clase, ahora veo cómo me han ayudado en mi carrera”, expresa. “Agradezco a mis profesores – Stefan Battle, Peter Little, Jesse Capece, Jeff Schwartz, Donald Laliberte y Ryan Burns – por desafiarme con sus tareas y por ayudarme a ser una mejor versión de mí misma. También extiendo mi agradecimiento a Paula Coutinho, ex directora de admisiones del programa de maestría en Trabajo Social, por todos sus consejos”.
Franco comenta que hoy día, al recordar su pasado puede darse cuenta de que el miedo que sintió cuando llegó por primera vez a Estados Unidos, hace casi una década, y el trauma que le han dejado algunas experiencias ha sido necesario; pues la hicieron resiliente y la moldearon para llegar a ser quien es ahora. “Hoy tengo la voz para ser escuchada y luchar por los derechos de mis clientes para que no tengan que pasar por situaciones similares”. Y agrega, “Soñar vale la pena. Los sueños se hacen realidad”.
Por su parte, Cruz Zapata (foto a la derecha) egresada de la maestría en Trabajo Social de RIC en 2023; originaria de Colombia, llegó a los Estados Unidos en 2001 con una titulación en Trabajo Social, pero con un inglés precario para encontrar un trabajo en su campo. No fue hasta que aprendió el idioma que pudo aventurarse nuevamente en su área de conocimiento.
“Mi primera oportunidad laboral como trabajadora social bilingüe fue en AIDS Care Ocean State como administradora de casos en 2010”, explica. “Tenía entre 40 y 50 pacientes. Mi trabajo consistía en hacer un seguimiento de sus citas médicas y medicamentos, conectarlos con seguro médico, vivienda y otros recursos necesarios. A partir de ahí comencé a ascender”.
En 2015, Zapata fue contratada por Children’s Friend, una agencia sin fines de lucro que trabaja con los niños y las familias más vulnerables de Rhode Island.
Ahí ha estado durante ocho años, visitando a familias con niños pequeños, mujeres embarazadas y nuevas madres; instruyéndoles sobre la crianza y educación de los niños, especialmente durante sus primeros tres años de vida. “Conecto a las familias con recursos como pediatras, sitios de donación de alimentos y ropa, asistencia financiera y beneficios sociales, entre otros, incluso si son indocumentados”.
Zapata dice que, aunque ser trabajadora social puede ser una carrera emocionalmente agotadora, obtener su maestría de Rhode Island College como trabajadora social clínica certificada fue un sueño hecho realidad; pues siempre ha querido brindar asesoramiento sobre salud mental y señala que después de tantos años de trabajar con la comunidad latina, está convencida de que en los Estados Unidos hacen falta más consejeros bilingües. “Encontrar un terapeuta que hable español puede ser como intentar encontrar una aguja en un pajar”, dice.
Ella también da crédito al programa de Trabajo Social de RIC por su diversidad cultural y destacados docentes.
“Tuve excelentes profesores que me apoyaron con mis escritos académicos”, recuerda. “Fue un gran desafío aprender codo a codo con personas cuyo idioma nativo es el inglés; sin embargo, aprendí mucho. Me quedo sin palabras para agradecer a mis profesores – Dres. Deborah Siegel, Christiane Petrin Lambert, Vilna Tejeda y Joise Garzón, y a la supervisora de mis prácticas, Crissany Nazario, por todos sus conocimientos y consejos”.