El 2020 ha sido un año de desafíos, y para muchos la transición al aprendizaje a distancia ha sido de los más fuertes. En Rhode Island College, por ejemplo, se creó el Comité de Accesibilidad a modo de garantizar que toda la comunidad del campus tenga las acomodaciones adecuadas para continuar aprendiendo en este entorno en línea, en particular los estudiantes registrados en el Centro de Servicios para personas con Discapacidad (DSC por sus siglas en inglés).
Ese es el caso de Alexander Kalajian, un estudiante de arte con énfasis en pintura y fotografía, quien vive con problemas de visión y audición, así como con un trastorno del procesamiento del aprendizaje y que depende de las adaptaciones que le proporciona el DSC.
Adaptaciones que le ayudan
Alexander cree firmemente que todas las herramientas y ayudas que el DSC le ha proporcionado antes y durante el tiempo de las clases de forma remota, han sido determinantes para ayudarlo a continuar con sus estudios y tener éxito.
En semestres previos a la pandemia, los profesores de Alexander usaban un micrófono especial conectado a su audífono, así que, si el profesor se estaba moviendo por el aula, él no se perdía de ninguna información, o si el maestro estaba en la parte de atrás del salón, aún podía escuchar lo que estaba diciendo. Algo bastante importante, dado que las personas con deficiencia auditiva a menudo se ayudan en su habilidad de leer los labios del hablante para comprender al interlocutor; en muchos casos, eso no hubiera sido posible para Alexander sin aquel dispositivo.
De manera similar, para ayudar a su discapacidad visual, podía sentarse en la primera fila del aula y disponer de los materiales de clase y libros con amplificación en papel o en un iPad.
En cuanto al trastorno de procesamiento del aprendizaje, que hace que tarde un poco más en procesar la información, el DSC le proporciona una sala separada para realizar exámenes y cuestionarios, y también tiempo adicional para terminar las tareas. “Tengo la posibilidad de realizar los proyectos en un área separada para mí solo, así que no me siento apresurado; además, a veces leo la pregunta en voz alta y no quiero distraer a los otros compañeros que están tomando el examen, así que dispongo de mi propio espacio”.
Antes de COVID
Antes de la pandemia, Alexander solía vivir en el campus universitario. Pero una vez se anunció la propagación del virus y el cierre de la institución, decidió regresar a casa porque sintió que era más seguro, y simplemente no quería arriesgarse. “He aprendido a adaptarme a esto. Al principio estaba un poco enojado incluso por las pequeñas cosas, como el no poder ir a este edificio o hacer esto o lo otro. El año pasado, iba a conciertos, lo cual era algo muy importante para mí”.
Para Alexander era mucho más fácil estar en el campus y tener todo al alcance de la mano, mientras que ahora, si necesita reunirse con alguien en la escuela, debe establecer un horario con anticipación y conseguir quien lo lleve. “Lo más importante para mí es ser independiente, ir por mi cuenta”, explica. “Al principio, cuando era estudiante de primer año, estuve un poco nervioso, pero luego, con el tiempo, me adapté a la nueva vida y a poder hacer las cosas en mi propio tiempo”.
Alexander ya se sentía bastante inmerso a su vida universitaria. Como parte de su rutina diaria, se desplazaba entre clases y se involucraba en actividades extra-curriculares, siendo el grupo de equitación el que más disfrutaba. “Extraño el equipo ecuestre porque durante la mayor parte de mi vida eso es lo que estuve haciendo, montando a caballo, y extraño esa sensación de estar con otras personas”.
Acostumbrándose
Ahora que Alexander ha estado lidiando con todas las restricciones de la pandemia durante mas de siete meses, ha podido de algún modo adaptarse. Una de sus claves ha sido aprender a decir: “¿Sabes qué? Es posible que no pueda hacer esto, pero veamos el lado amable. Ser positivo en aquello que aprecio y que veo todos los días, como mis padres y mi familia. Algunas personas no tienen eso, así que veo el lado positivo y me siento afortunado con lo que tengo. En cierto sentido, le di la vuelta a mi sentir”.
Entre todas las cosas, Alexander también ha aprendido a administrar mejor su tiempo, establecer una rutina para hacer el trabajo escolar y aprovechar las tecnologías disponibles para las clases remotas. “Este semestre es mucho mejor que el semestre anterior porque la gente ahora está más al tanto del Zoom y otras alternativas en línea. Lo cual se está haciendo más fácil desde una perspectiva de aprendizaje y para mi educación”, dice. Para él, Zoom es muy útil porque le ayudó a establecer cronogramas y trabajar en los problemas que tenía en la administración del tiempo.
Alexander elogia al DSC, especialmente a la directora Keri Rossi-D’entremont, por su apoyo incondicional. De igual manera, al profesor Elijah Edelman, a quien considera una persona muy servicial, adaptable y comprensiva no solo con las personas con discapacidad, sino con todos sus estudiantes.
Puesto que Alexander ha aprendido a triunfar en la vida universitaria, está utilizando su experiencia para educar y apoyar a otros a modo de que lo logren también, haciendo visitas a las escuelas secundarias y hablando con los estudiantes sobre cómo llegó a la universidad. “Siempre estoy dispuesto a explicar mi discapacidad y algunos de los desafíos que he tenido y cómo no me han detenido, pues quiero que otras personas sepan que pueden lograrlo y hacer grandes cosas”. Y concluye: “Aunque tengan que trabajar más. ¡Vale la pena!”
Acerca de Rhode Island College
Establecido en 1854, Rhode Island College presta servicio aproximadamente a 8,500 estudiantes de pre-grado y postgrado en sus cinco Facultades: la Facultad de Arte y Ciencia, la Facultad Feinstein de Educación y Desarrollo Humano, la Facultad de Negocios, la Facultad de Enfermería y la Facultad de Trabajo Social. Para más información,visite www.ric.edu.