Hace poco más de un año, entablé un corto diálogo con una estudiante universitaria, recuerdo que ella me hacía unas preguntas acerca de la población mundial; en medio de la conversación me dijo que en el círculo de amigas que andan juntas siempre, todas están operadas para no tener hijos. Recordando aquella conversación, me da por pensar que muy pronto en Colombia tendremos una población vieja donde los niños serán cosa del pasado. Sí, alistemos nuestros oídos al silencio que emana la soledad, lo digo porque muy pronto la alegría, los juegos, los gritos y las algarabías infantiles serán escasas en estos paisajes tropicales. Como persona curiosa me asaltan muchas dudas; en los últimos días vengo leyendo, en diferentes medios, y escuchando en varios escenarios, que los estudiantes universitarios disminuyeron, tanto en universidades públicas como privadas, siendo las segundas las más afectadas.
Cada día me convenzo más que pasarán los años, unos treinta o cuarenta, para que algunas escuelas, colegios y universidades, queden convertidas en museos donde se exhiban fotografías y relatos novelescos que den cuenta de personajes ilustres que estudiaron allí dejando huella…, verdaderos museos. Me da por pensar que el desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA) cambiará la forma en cómo las nuevas generaciones busquen el conocimiento, no serán necesarias las aulas, los pupitres ni los tableros, todo dependerá de la tecnología. Imposible olvidar que al acercarse el año 2000, aseguraban desde diferentes frentes que los profesores desapareceríamos, nada de eso pasó, pero, ahora sí creo que la Inteligencia Artificial (AI) nos extinguirá.
Sin pretender ser alarmista, debo decir que el domingo pasado al leer los periódicos, en horas de la mañana, me llamó la atención un titular del periódico El Colombiano (páginas 8 y 9) “La escuela de Antioquia en la que solo queda una estudiante”. Al leer la noticia me enteré que en el Departamento de Antioquia son treinta y ocho escuelas donde solo va un estudiante. “Mientras en 2020 se contaba en el Departamento con 238.000 niños y jóvenes matriculados, en 2023 la cifra bajó a 223.000; lo anterior explica que en 1.200 de las 4.300 sedes educativas que hay en Antioquia, haya menos de diez estudiantes este año”. Interesado en el tema, seguí escudriñando y me encontré en el portal Las 2 Orillas (febrero 7 de 2024) un artículo escrito por el señor Dioniso, titulado “Las universidades colombianas parecen centros comerciales”. Empieza el artículo diciendo: “un fenómeno que se ha observado en las universidades colombianas es la reducción paulatina de estudiantes, las universidades parecen ser más centros comerciales que espacios pedagógicos de adquisición de competencias para adaptarse al cambiante mundo”. La verdad pasé todo el domingo pensando en el tema, como docente me sentí afectado, ya que siempre he creído que la única salida a tantos conflictos y problemas es la educación. Pero, ni gratuita los jóvenes de hoy quieren estudiar.
“Al pan, pan y al vino, vino”; creo que una persona con dos dedos de frente puede analizar el asunto y darse cuenta que la disminución de la población es una realidad inocultable. Con decir que, en algunos barrios de la ciudad de Medellín, han cerrado una gran cantidad de las mal llamadas “guarderías”, y digo mal llamadas por que los niños no se guardan, las están cerrando porque en algunos sectores de la ciudad no hay niños, y si hay, son muy pocos. Como analista de lo que sucede en mi ciudad, me he enterado que en algunas comunas solo viven personas mayores, haciéndose cada vez más difícil congregar un grupo de niños para alguna celebración, unidades residenciales donde únicamente habitan personas adultas, solteras, o ancianos jubilados que buscan el descanso.
“No me quiero casar”, esa fue la respuesta contundente de aquella estudiante de quien empecé hablando en este artículo, sus argumentos juveniles, categóricos y sólidos, me movieron ideológicamente, debo confesar que estoy por creer que el problema no solo será que no haya estudiantes para asistir a las escuelas, colegios y universidades, sino también ¿qué pasará con la familia? Imposible negar, en este siglo XXI, que la familia se está exterminando y que está siendo afectada y amenazada por tantos factores circundantes como la tecnología, el licor, las drogas, el sexo, el facilísimo, etc. Para terminar, quiero decir que si los gobiernos, a nivel mundial, hacen campañas para todo, por qué no emprender una cruzada en favor de la familia, si no se quieren casar, que no se casen pero que exista el respeto por el otro y, sobre todo, que no se acaben los niños. ¿Sin escuelas y sin familias, qué será de esta sociedad?
Pd; ¿Si la población disminuye, quien financiará las pensiones de las futuras generaciones?
Nota: en mi trasegar por la docencia nunca había visto tanto profesor sin empleo, hoy, hay muchos profesores de preescolar, primaria, bachillerato y universidad desempleados.