Con la llegada de las fiestas navideñas y de fin de año, las reuniones sociales, los brindis y el consumo de bebidas alcohólicas aumentan de forma significativa. En este ambiente festivo, es crucial recordar una verdad respaldada por décadas de evidencia científica:
No existe una cantidad segura de alcohol durante el embarazo.
La exposición del feto al alcohol es completamente prevenible, pero sigue siendo un problema frecuente tanto en Estados Unidos como en América Latina.
UN PROBLEMA SILENCIOSO EN ESTADOS UNIDOS
Datos recientes revelan que:
- 1 de cada 7 mujeres embarazadas consumió alcohol en los últimos 30 días.
- 1 de cada 20 presentó episodios de consumo excesivo (binge drinking).
- Entre 1 % y 5 % de los niños en edad escolar podría vivir con Trastornos del Espectro Alcohólico Fetal (TEAF).
Durante las festividades, la presión social, los brindis y la normalización del licor pueden llevar a muchas gestantes a minimizar los riesgos.
LA REALIDAD EN AMÉRICA LATINA
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS):
- El 11.2 % de las gestantes en la región consume alcohol.
- El subregistro es alto: muchas mujeres no reportan lo que realmente consumen.
En la comunidad hispana, tanto dentro como fuera de EE. UU., la exposición fetal al alcohol continúa siendo un problema subestimado y peligroso.
¿QUÉ DAÑOS PRODUCE EL ALCOHOL EN EL FETO?
La exposición prenatal al alcohol puede causar alteraciones irreversibles llamadas Trastornos del Espectro Alcohólico Fetal (TEAF). Sus efectos se dividen en dos grandes grupos:
I. CONSECUENCIAS FETALES (DURANTE EL EMBARAZO)
● Malformaciones congénitas
– Defectos cardíacos
– Rasgos faciales característicos
– Alteraciones renales y musculoesqueléticas
● Restricción del crecimiento intrauterino (RCIU)
Fetos más pequeños desde etapas tempranas.
● Alteraciones cerebrales
– Microcefalia
– Defectos en la migración neuronal
– Afectación de la sustancia blanca
● Mayor riesgo de muerte fetal
II. CONSECUENCIAS POSNATALES (TRAS EL NACIMIENTO)
● Daño neurológico y cognitivo permanente
– Retraso global del desarrollo
– Problemas de memoria, aprendizaje y atención
– Disminución del coeficiente intelectual
● Trastornos de conducta
– Impulsividad
– Irritabilidad
– Alto riesgo de TDAH
● Dificultades sociales y académicas
– Bajo rendimiento escolar
– Problemas para relacionarse
– Vulnerabilidad a conductas de riesgo
● Secuelas físicas a largo plazo
– Crecimiento deficiente persistente
– Problemas orgánicos en sistemas clave
Los TEAF afectan al individuo toda su vida, requiriendo apoyo continuo.
“¿Y SI FUE SOLO UNA COPA?”: EL MITO MÁS FRECUENTE
- El alcohol es alcohol, sea vino, cerveza o licor fuerte.
- El feto no puede metabolizarlo.
- Incluso pequeñas cantidades pueden generar daño neurológico y estructural.
La ciencia es categórica: no existe cantidad segura.
NAVIDAD: UNA TEMPORADA DE MAYOR RIESGO
La temporada navideña representa uno de los momentos de mayor vulnerabilidad para las mujeres embarazadas en relación con el consumo de alcohol. Durante diciembre, las reuniones sociales se multiplican, los brindis se vuelven casi inevitables y la presencia de bebidas alcohólicas forma parte central de muchas celebraciones familiares y laborales. Este aumento en la oferta de licor se combina con una presión social más intensa: en entornos hispanos, rechazar una copa puede interpretarse como descortesía o como señal de “romper el ambiente”, lo que lleva a muchas gestantes a sentirse obligadas a aceptar siquiera un sorbo.
A esto se suma que las normas personales suelen relajarse durante las fiestas. La gente bebe más, se cuida menos y repite con frecuencia frases culturalmente arraigadas como “una copita no hace daño”, “es solo por Navidad”, o “si es vino no pasa nada”. Estas expresiones, aunque comunes, son científicamente falsas y han contribuido a perpetuar la idea errónea de que existe un consumo “seguro” de alcohol durante el embarazo. La realidad médica es clara: incluso pequeñas cantidades pueden afectar el desarrollo neurológico y estructural del feto.
La combinación de presión social, mayor disponibilidad de licor, normalización cultural y desinformación convierte a diciembre y enero en un periodo especialmente crítico para la prevención. Las mujeres embarazadas enfrentan un entorno donde decir “no” requiere fortaleza, y donde el riesgo de exposición inadvertida —o normalizada— al alcohol aumenta de manera significativa. Por eso, reforzar el mensaje durante esta época no es solo pertinente: es necesario para proteger el desarrollo fetal.
UN LLAMADO A LAS FAMILIAS Y A LA COMUNIDAD
La prevención no depende solo de la gestante:
- No ofrecer alcohol a mujeres embarazadas
- Respetar su decisión de abstenerse
- Incluir bebidas sin alcohol en las celebraciones
- Compartir información basada en evidencia
Los Trastornos del Espectro Alcohólico Fetal (TEAF) son una causa 100 % prevenible de discapacidad, malformaciones y daño neurológico.
Las fiestas navideñas deben ser un espacio para celebrar, no un riesgo para el desarrollo fetal. Si estás embarazada o planeas estarlo: cero alcohol.En Navidad, en Año Nuevo y siempre. Cuidar al feto hoy es proteger su futuro mañana.
Dr. Enrique Cheng – Subespecialista en Medicina Materno-Fetal y Terapia Fetal
