El estado de no retorno a la moderación es una realidad palpable en Estados Unidos, con una situación que se ha gestado desde las elecciones de 2016, cuando Donald Trump derrotó a Hillary Clinton. La política ha cambiado vertiginosamente desde entonces.
Los acontecimientos actuales no pueden ser vistos desde una óptica estrecha, atribuyendo lo que sucede aquí y ahora a un solo actor. En el panorama político-social desde 2016, no ha habido un punto de encuentro entre el fanatismo y la racionalidad.
El Origen del Desequilibrio: Las Elecciones de 2016
El quiebre de la moderación se inició con las elecciones de 2016, debido a las narrativas creadas por los diferentes sectores políticos para defender sus partidos, ideologías, políticas e intereses. Las narrativas, tanto orgánicas como subsidiadas, socavaron el diálogo, el consenso y el respeto. La invención de historias y los calificativos peyorativos sembraron en las bases de los partidos un germen de total oposición, fortaleciéndose al estilo de otros países y utilizando armas políticas e institucionales para destruir al contrincante. Esto llevó al votante a dejarse llevar por esta corriente, resultando en la situación actual de polarización.
La Extinción de los Sectores Moderados
Antes de este movimiento extremista, existían sectores moderados desde el pueblo más pequeño hasta el estado más populoso, y desde los concejos locales hasta el congreso federal y las cortes. Estos grupos proporcionaban un balance a los sectores más radicales que siempre han existido, sin importar el color político.
Como inmigrante, siempre me he inclinado por la moderación, ya que es complicado tomar una bandera política sin conocer los orígenes o las verdaderas agendas de los partidos. Muchas veces, las decisiones se toman por conveniencia o beneficio, rara vez por convicción. En ese entonces, conocí a muchos congresistas demócratas moderados en nuestro estado e incluso en Nueva Inglaterra. También en el Partido Republicano se apreciaban claramente los grupos moderados y extremistas.
La existencia de moderados en la política hasta cierto punto brindaba tranquilidad, al no sentirme cómodo con las políticas extremas de ambos partidos dominantes. Recuerdo que los debates entre demócratas en estados azules terminaban en abrazos y continuidad, lo que era aceptable para los votantes, incluso si eran «teatros» o acuerdos internos. Los moderados, con su capacidad de mover las patas de la mesa, inyectaban emoción y algo de «picante» a las elecciones.
El Impacto de Donald Trump en la Moderación
La aparición de Donald Trump en 2016 como un «outsider» cambió el juego. Los moderados, calificados por los votantes como «personajes tibios», se vieron forzados a replegarse hacia la derecha o la izquierda dentro de sus colectividades. Esto dejó en evidencia que muchos de los supuestos moderados simplemente jugaban a la política de beneficio y permanecían sin mucho peligro entre sus votantes, quienes los veían como «viejitos bonachones» que no hacían daño al partido, a pesar de que sus votos pudieran ser controvertidos o desafiantes.
Durante la campaña previa de 2014-2015, Trump venció a 20 candidatos republicanos en los debates, obteniendo la nominación para enfrentarse a Hillary Clinton. Desde entonces, la moderación en el lenguaje de los partidos, los escándalos expuestos (como la «concusión rusa» o los documentos electrónicos de Hillary cuando era Secretaria de Estado), y la serie de acusaciones de campaña, encendieron los ánimos y dividieron a los votantes, creando un ambiente que no regresaría a la normalidad. Pareciera que cuando se encendió la pasión por los extremos, ningún partido pensó en la importancia de la moderación.
El Auge de los Votantes Independientes y Des-afiliados
Esta polarización ha sido un caldo de cultivo para el crecimiento del movimiento independiente y los des-afiliados, no solo en el estado de Rhode Island. Los partidos no suelen considerar este resultado, y mucho menos lo analizan como producto de las acciones de sus propios líderes políticos. Basta con mirar las estadísticas publicadas por nuestro Secretario de Estado en la página de su oficina para conocer cómo ha ido evolucionando el comportamiento de los votantes en las elecciones recientes.
Vimos cómo la radicalización de ambos partidos se hizo normal y los votantes éramos parte de ese juego político que hasta el día de hoy persiste. Sin embargo, el que muchos votantes tomaran una decisión de independencia y de des-afiliación no parece importarles a los partidos mayoritarios. Más aún, si recuerdan cada que hay elecciones, la pugna es por el voto independiente, indeciso o como le quieran llamar. Hay grupos minoritarios que siguen siendo los reyes de ese segmento indeciso.
A esto se le suman los votantes norteamericanos que hacen de las luchas de los inmigrantes latinos su lucha, sobre todo si quien está en el poder es su partido contrario. Estos grupos que muchas veces no identificamos los latinos ciudadanos y mucho menos los indocumentados, los vemos como los salvadores y no conocemos ni de dónde vienen, quién los apoya, si son de dentro o de fuera del país. Este tema será parte de otra editorial, pero al menos ni somos ciegos o tontos, venimos de lugares donde las masas son usadas a conveniencia y desechadas cuando ya no sirvan. Ojo con esto.
El Futuro: Extremismo Continuo y la Responsabilidad del Votante
Es claro que cada partido ha capitalizado los extremos, y ello será más evidente con cada paso del nuevo gobierno. Cualquier reacción, como las presentadas en este período de 6 meses a las políticas del presidente, el congreso y las cortes, quienes hacen sentir su separación de poderes, solo será un eslabón más en la cadena de extremismo. Tanto las autoridades que hagan valer la constitución y las leyes, como los grupos que lideren las protestas aportarán lo suyo en esta historia, perpetuando un ciclo de confrontación.
Nos queda el camino de atender al estado de derechos y obligaciones, este que escogimos para vivir. No solo se escoge un país por el trabajo o el salario, o incluso no solo por lo que nos dan; se escoge también por el sistema democrático y sus pilares.
Algo que queda muy claro y no podemos eludir es que los electores nos dan el gobierno por su mayoría en las urnas. Y hoy más que nunca, aunque la moderación esté lejos de ser la norma, podemos atravesar este período y construir una mentalidad menos extremista. Es una responsabilidad compartida que no debe ser subestimada.
Todas las manifestaciones en redes, medios masivos e incluso las declaraciones de líderes y políticos están influenciados por los hechos y acontecimientos presentes, pero nadie quiere aceptar que es el resultado de los procesos que los grupos sociales han ido provocando a cada paso, en cada decisión. Nosotros somos responsables de lo que votamos y hayamos votado. Por lo tanto, nos queda vivir ese presente, recordar de dónde viene la situación actual y mirar al futuro con la esperanza activa de una mayor moderación.
Cada acto de hoy será la pieza que armará un rompecabezas que no es ajeno a nuestra responsabilidad. Mientras tanto, agradezcamos el poder participar de este país con su constitución que permite que todos salgan a expresar su sentir y, a la vez, respetar que quien tiene el mandato lo ejerza como lo hemos hecho por tantos años. Somos de aquí, entonces participemos aquí y actuemos como que somos de aquí. Cada cual en su derecho de defender su pensamiento y respetar la decisión de las urnas es fundamental para la convivencia y la evolución hacia un futuro menos polarizado.