Las bases de datos biométricas y sistemas de reconocimiento facial, que fueron implementadas en Afganistán durante los 20 años de ocupación de Estados Unidos, se han convertido en un grave riesgo para la población con el regreso al poder del Talibán.
Las tecnologías de voto con datos biométricos, tarjetas digitales de identidad y el esfuerzo general de digitalizar las bases de datos del país ahora pueden ser utilizadas para encontrar y atacar a grupos vulnerables y disidentes, alertan grupos de defensa de los derechos humanos.
“Con esta información, es mucho más difícil esconderse, ofuscar tu identidad y la de tu familia y la información también puede ser utilizada para encontrar tus contactos y redes”, advirtió el oficial en jefe de tecnología de la organización Human Rights First, Welton Chang.
El Talibán sigue una línea extrema de la sharia, o ley islámica, y cuando estaban al mando prohibieron la televisión, la música, el cine, el maquillaje y desautorizaron que las niñas de 10 años o más fueran a la escuela.
Así mismo impusieron castigos acordes a su estricta interpretación de la ley islámica, como la ejecución pública de asesinos y adúlteros condenados y la amputación a los ladrones.
El Gran Juego terminó hace más de 100 años, pero una lucha muy distinta por el control del país continúa y la mayoría de los expertos en asuntos afganos concuerda en que las cuatro décadas de conflicto son consecuencia de un nuevo juego de intereses regionales e internacionales.
Además de Pakistán e India, cuya competencia por influir en Afganistán se cree que le dio origen al Talibán, también persiste la intensa rivalidad entre Occidente y Rusia, que en su última etapa se remonta a cuando los soviéticos invadieron el país en 1979.
Pero a Rusia -que tiene un largo historial de ataques yihadistas en el Cáucaso-, también le preocupa que el terrorismo avance en la región.
“A Moscú le alarma principalmente el Estado Islámico, un enemigo jurado de Rusia y del Talibán”, destaca el experto en Afganistán.
Para el periodista afgano Mohammad Bashir, del servicio mundial de la BBC, no cabe duda de que Afganistán es un país clave para Rusia.
“Afganistán está en pleno centro del juego geopolítico. Su ubicación lo hace a la vez interesante y peligroso, porque tiene frontera con aliados de Rusia; Tayikistán, Uzbekistán, Turkmenistán”.
“Rusia no quiere que el Estado Islámico se acerque al norte de Afganistán, amenazando a sus aliados y poniendo en riesgo sus propios intereses”.
China: más que intereses económicos
Aparte de intereses económicos en Afganistán -China aún guarda la esperanza de explotar cobre en la región afgana de Mes Aynak-, a Pekín también le preocupa que los grupos islamistas que operan en la región de Xinjiang, en el oeste del país, tomen fuerza.
“A los chinos les interesa hacer contra-terrorismo en Afganistán, debido a las actividades de grupos extremistas uigures en Xinjiang y del Partido Islámico del Turquestán (una organización islamista fundada por yihadistas uigures)”, explica Seth Jones.
A China, que comparte una diminuta frontera con Afganistán, le preocupa que si los talibanes toman el control de todo el país, los grupos islamistas se volverán más fuertes y podrían cruzar la frontera, creando aún más problemas en la provincia de Xinjiang.
En los últimos años, Xinjiang ha sido noticia por las acusaciones de genocidio contra el pueblo uigur, que Pekín ha tildado de absurdas.
Pero además de las preocupaciones en torno a su seguridad, desde hace mucho tiempo China ha mostrado su interés en hacerle contrapeso a Estados Unidos en la región.
“La salida de EE.UU. de Afganistán, de sus drones y de su aparato de inteligencia, es una buena noticia para los chinos, porque significa una cosa menos por la que deben preocuparse”, agrega Jones.
EE.UU. ante la amenaza de un “santuario de grupos extremistas”
Para Seth Jones, la decisión de EE.UU. de retirarse de Afganistán fue “un gran error”, unas palabras que muchos otros expertos en Afganistán han repetido.
“Hemos visto cómo un pequeño número de tropas estadounidenses era suficiente para disuadir a los talibanes de tomar ciudades. Tan pronto comenzaron a retirarse, el Talibán ha avanzado rápidamente”.
Los intereses de EE.UU. en Afganistán son varios.
Por un lado, Washington sabe que sería muy peligroso dejar que los talibanes controlen todo el país, pues esto supondría que Occidente tendría que lidiar con un Estado de casi 40 millones de habitantes que podría servirle de santuario a grupos extremistas.
Como si fuera poco, Irán y Pakistán, que comparten fronteras con Afganistán, serán claves en cuanto a nuevos conflictos fronterizos y en cuanto a la crisis de refugiados.
Solo Pakistán alberga más de 3 millones de refugiados según oficiales de Pakistán. Irán, con la afluencia de inmigrantes y el trasiego de drogas y armas no deja de estar preocupado. Con este panorama, la región y en sí la geopolítica será un polvorín internacional y los cuadros de aliados y de nuevos acontecimientos serían cada vez más inciertos.