¡Qué quede claro, muy claro, los niños no se guardan, los niños se educan y se forman!
En términos educativos existen personas y entidades expertas en inventar nombres raros y teorías extraordinarias creyendo que con eso la educación se transforma, están muy equivocados, es en la simpleza de las palabras y el respeto por el otro donde el ser humano se hace humano.
Me sorprende que en un mundo globalizado donde la información pulula por todos lados, algunas personas insistan y persistan en hablar de “guarderías”, como si los niños fuesen objetos o cosas que se guardan, no, los niños son seres humanos.
Recuerdo que, en mi niñez, años setenta, no existían las guarderías, pero si el Kínder, mucha gente enviaba los hijos al Kínder, pero muy pocos sabían que era eso, la palabra Kínder es un acortamiento del alemán Kindergarten, formada de Kínder (niños) y Garten (jardín), o sea, “jardín infantil”.
Este término fue acuñado por el educador alemán Friedrich Wilhelm en 1840, quien seguramente imaginó los niños en un jardín aprendiendo.
Suena más romántica y menos agresiva la expresión jardín infantil que guardería; de mi parte, en diferentes escenarios he expresado que la horrorosa palabra “guardería”, debería cambiarse por “escuela infantil”.
Lo digo porque los antiguos griegos definieron la escuela como el espacio dedicado al ocio, al tiempo libre, al disfrute y la recreación, para ellos la escuela era sinónimo de alegría.
Lo anterior para referir que hace poco tuve la oportunidad de conocer una experiencia maravillosa llamada: “Aula Pedagógica”, ubicada en la Institución Universitaria ITM, en la ciudad de Medellín.
Debo admitir que tanto el nombre como el proyecto en sí me impactaron; con relación al nombre quiero decir que al mismo tiempo que en el Imperio Romano se referían al “aula” como aquel lugar destinado a las ceremonias o recinto sagrado, los griegos hablaban de pedagogía, palabra compuesta por paidós (niño) y gogía (conducir o llevar), de ahí que el Aula Pedagógica del ITM sea ese lugar sagrado para conducir, guiar u orientar a los niños.
Pero, para mí, más importante que el nombre fue la intención con la cual fue creada, personas inteligentes, inquietas y preocupadas con los índices de deserción femenina y el aumento de madres solteras en la población estudiantil, decidieron ofrecer una opción que les diera tranquilidad sin abandonar sus estudios; mientras las madres (estudiantes) asisten a clases, hay personas dedicadas a cuidar sus niños.
Fue así como en el momento preciso nace en el mundo académico una oportunidad donde la vida se conjuga con el saber llamada “Aula Pedagógica ITM”.
En conversación con Ana María Jiménez Rico, líder del proyecto y, apasionada por lo que hace, aduce que, “lo importante es dejar una marca de amor en los niños, una impronta, en otras palabras, un sello de identidad que avive la permanencia”.
Agrega, Ana María, que los niños son aceptados desde los seis meses hasta los cuatro años, una edad bien interesante pues el cerebro de los infantes está en proceso de plena formación, de ahí que el trazo formativo sean los valores y las virtudes humanas en pro de una nueva sociedad.
Por su parte, Hernán Alonso Arroyave López, director de Bienestar Institucional, y, abanderado de este proyecto dijo: “Estamos muy contentos por recibir la primera certificación en innovación por la Vicerrectoría de Investigación y Extensión desde el CTIC para el Aula Pedagógica de Bienestar Institucional, ha sido un proceso de evaluación intenso, el cual da como resultado el reconocimiento a los procesos institucionales”. Según el señor Arroyave López, más certificaciones y, con seguridad reconocimientos y felicitaciones, están por venir para un proyecto tan humano como lo es el “Aula Pedagógica”, del ITM.
Es de anotar que hoy no solo se benefician las estudiantes, sino también empleados y personas externas a la institución. Sea esta la oportunidad para invitar a las instituciones de educación superior de la ciudad y, por qué no, del país a replicar esta maravillosa experiencia en favor de una mejor educación.
Qué bueno sería que los medios de comunicación y las redes sociales promovieran esta iniciativa que desde hace diez años está proyectando la formación ciudadana de la niñez, y lo digo porque, seguramente del Aula Pedagógica saldrán los futuros líderes y dirigentes de la ciudad.
Para concluir, quiero contar que interesado en el tema educativo, visité las instalaciones del Aula Pedagógica y quedé sorprendido, niños de tres años con un carnet en su pecho, como cualquier estudiante universitario o empleado del ITM, me conmovió el sentido de pertenencia que van adquiriendo, para ellos los espacios, sus muebles y todo el personal que los acompaña es algo muy importante.
No creo equivocarme al decir que la Institución Universitaria ITM, y, en especial la dirección de Bienestar Institucional estará presta a asesorar a quienes así lo soliciten, con el objetivo de disminuir la deserción de las mujeres en el mundo universitario y contribuir en la formación de las futuras generaciones.
“El mejor medio para hacer buenos
a los niños es hacerlos felices”
— Oscar Wilde