En el tercer trimestre del embarazo, la vida se vuelve más lenta, más pesada, pero también más consciente. Cada paso, cada respiración, cada emoción parece amplificada. El cuerpo habla con fuerza: la espalda duele, el sueño se interrumpe, la barriga ocupa cada espacio… y con todo eso, la intimidad de pareja también se transforma.
Muchas mujeres me han contado que en esta etapa se sienten menos sensuales, pero más sensibles. Otras, en cambio, descubren nuevas formas de placer y conexión. Ninguna de estas vivencias es más válida que la otra. El deseo puede aumentar, disminuir o cambiar de forma. El cuerpo, al prepararse para el parto, produce más relaxina, una hormona que afloja las articulaciones, lo que puede generar incomodidad o falta de estabilidad. Pero también hay más oxitocina, la hormona del amor y el vínculo, que se activa con caricias, miradas, palabras tiernas.
Algunas parejas viven esta etapa como una oportunidad para acercarse de otra manera. Los abrazos largos, los baños compartidos, los masajes sin prisa se vuelven espacios sagrados. No se trata de forzar el erotismo, sino de adaptarse a una nueva intimidad. He acompañado a muchas mujeres que me dicen: “No quiero tener sexo, pero sí quiero sentirme tocada con amor”, o “Solo quiero que me abracen sin esperar nada a cambio”. Esas también son formas legítimas y poderosas de sexualidad.
Los hombres, por su parte, suelen vivir este trimestre con una mezcla de expectativa y ansiedad. Muchos se sienten fuera de lugar, sin saber si acercarse o esperar. Algunos temen hacerle daño al bebé, otros no saben cómo expresar que también necesitan afecto. Esta etapa pide una comunicación más honesta, sin suposiciones. Decir “te extraño”, “me siento inseguro” o “¿cómo te sientes con tu cuerpo?” puede abrir caminos a una conexión más profunda.
A nivel espiritual, este trimestre invita a la entrega. El cuerpo de la mujer se abre para dar vida, pero también se vuelve más vulnerable. El Salmo 46:10 dice: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios.” Amar, en esta etapa, también es detenerse. Estar. Sostener. Sin prisas ni exigencias.
En cuanto a lo físico, hay que adaptar las prácticas sexuales. Algunas posiciones son incómodas o inseguras, por lo que muchas parejas optan por la estimulación manual, el sexo oral, el contacto piel a piel o simplemente el placer no genital. La clave es escuchar al cuerpo y dialogar en cada paso.
Y siempre, antes de mantener relaciones sexuales en esta etapa, es imprescindible consultar con tu médico. Si hay contracciones, placenta previa, sangrados o antecedentes de parto prematuro, puede que haya restricciones. No todo lo que se desea es posible en el momento, y eso también está bien. Amar es cuidar.
La sexualidad no desaparece en el tercer trimestre: cambia, se suaviza, se redefine. Es una oportunidad de vivir el amor con más presencia, más compasión y más gratitud.
Si este tema resuena contigo y quieres seguir explorándolo, síguenos en Instagram y Facebook como @creserusa o visita nuestra web para agendar una sesión con uno de nuestros coaches. Estamos aquí para acompañarte con amor y claridad.