El pasado catorce de julio, del año en curso, llegué exhausto a mi casa luego de una extensa jornada laboral. Recuerdo que era una noche bochornosa y asfixiante, de esas que nos hacen creer que vivimos en una zona costera, fue así como, después de ducharme y ponerme cómodo con mi pijama, salí al balcón buscando un poco más de aire. Con brazos y codos apoyados en la chambrana del balcón, no podía dar crédito a lo que veía; reconozco que soy miope, pero, agudizando más y más mi vista centré mi mirada en una casa que, a lontananza, se veía con los alumbrados navideños ya encendidos, la verdad quedé atónito no pudiendo dar crédito a lo que veían mis ojos, sacudía mi cabeza y volvía a mirar.
Yo sé que hoy las libertades se reclaman, y que la gente es libre de pensar, sentir y actuar, pero, imposible trasladar la navidad para el mes de julio. Hay quienes, por redes sociales, se muestran haciendo natilla, buñuelos y hojuelas en distintos meses del año, pero el espíritu navideño es uno, y, ese llega en diciembre.
Es innegable, la gente otrora tenía muy claro que “cada época trae su afán” y “todo a su debido tiempo”, de ahí que la navidad empezaba la noche de las velitas (diciembre 7), momento en que se encendían los alumbrados y oficialmente empezaba diciembre con su alegría. Hoy todo ha cambiado, el almanaque llega a la mitad de su curso, y empiezan desde diferentes escenarios a acelerar el fin del año.
Los centros comerciales en su afán de vender precipitan las fechas y acomodan sus mercancías con los mejores descuentos, para que las ventas fluyan todo el año, de ahí que diciembre se esté viviendo cada seis meses, la navidad termina y de inmediato, algunos, se están preparando para importar de la China, los productos para la próxima navidad que debe empezar en julio. No sé qué tan descabellado sea pensar que llegará el momento en que diciembre sea todo el año y, estemos tan adiestrados comercialmente que compremos un árbol de navidad diferente cada mes de acuerdo con el clima; invierno o verano.
Con relación al acelere cotidiano que vive la sociedad del siglo XXI, se ha vuelto recurrente, entre adultos, hacerse la pregunta, ¿será que el tiempo está corriendo más rápido? Esto porque para muchos en un abrir y cerrar de ojos los días pasan y el año se esfuma, rápido, rápido estamos nuevamente de cumpleaños. Debemos ser conscientes que el tiempo no existe, el tiempo es un invento del hombre para controlar al otro, con decir que antes de inventarse el reloj, la luna (noche) y el sol (día) ya existían. Déjenme decirles que el tiempo es igual, las horas, los minutos y los segundos en cada uno de los relojes hacen el mismo recorrido, nada ni nadie altera el tiempo físicamente, pero sí, psíquicamente, nuestro cerebro lo están programando para que viva cosas que no corresponden a unas determinadas épocas del año.
Frente a estas velocidades que descarrilan nuestros imaginarios, Zigmunt Bauman, destacado sociólogo polaco y padre del concepto de lo líquido, en tres de sus libros, Vida de Consumo, La sociedad Sitiada y Modernidad Líquida, hace alusión a la forma como la sociedad hoy vive y experimenta todo con una rapidez inusitada, a nadie le alcanza el tiempo, todo es para ya, nadie hace pausas en el camino, todo es acelerado. El estrés se apodera del individuo y hace que este pierda la noción del tiempo. Es evidente que las redes sociales dominan la vida de mucha parte de la población haciéndoles creer y ver cosas que se salen de la realidad. De ahí que resulte insólito, el ver casas con alumbrado navideño encendido desde mucho antes del mes de diciembre, para mí es tan ridículo como hacer la procesión de ramos un primero de octubre.
Un ejemplo claro de esta aceleración en que vive la sociedad es la poca intensidad con que se vive el día a día, no pocos en la mañana despiertan acelerados y al llegar la noche van a la cama doblemente acelerados, tanto acelere para vendernos la idea de un diciembre rápido que haga que el año sea de seis meses. Sorprendentemente desde finales del mes de julio e inicios de agosto, los almacenes están exhibiendo productos para la próxima navidad. Ya en septiembre, algunas emisoras de música tropical empiezan a promocionar sus canciones con un estribillo que dice, “desde septiembre que viva diciembre”, y, como noviembre ya no existe, en la mente comercial, desde octubre la gente ya está en diciembre. ¡De no te lo puedo creer!
“Cuando decimos que todo tiempo pasado fue mejor,
Francisco de Quevedo
estamos condenando el futuro sin conocerlo”.