Nuestra comunidad está experimentando una complicidad de beneficios mutuos, entre líderes de organizaciones y candidatos a cargos de elección popular y la anuencia de algunos medios que se hacen cómplices de igual manera, dado que la farándula es la base de dicha complicidad.
Un artículo en la misma dirección de este lo escribí hace como 15 años y de nuevo traigo este tema a nuestros lectores, por que con gran descaro se está dando este fenómeno en nuestro estado de Rhode Island como una moda que se implanta como norma. La política está ligada al quehacer comunitario, pero tiene sus límites.
Las organizaciones que han sido fundadas con estatutos y reglas basadas en la ética y en la imparcialidad en temas políticos, religiosos, de origen étnico o preferencia sexual, hace mucho tiempo que cruzan todas las líneas establecidas y los candidatos, se dejan llevar de esa corriente de laxitud impuesta por presidentes y fundadores de organizaciones sin ánimo de lucro que saben mucho del mercado del mutuo elogio y lo practican por encima del objetivo que motive a cada fundación. Y lo más grotesco es que ya los candidatos al ser elegidos se toman liderazgos para organizar eventos propios de organizaciones tanto sin ánimo de lucro como organizaciones civiles y cívicas con propósitos de premiar o destacar a personas o grupos que trabajan en diferentes frentes de la vida social, económica y cultural, pero que siempre son los mismos que les rodean. Quitándole la imagen de imparcialidad a cada evento sin importarles que esto entre en conflicto de intereses y que los votantes lo sepan.
Menciono el trabajo político por que es eso, trabajo político el cual termina con salarios pagados por los contribuyentes y de hecho, en ello va la ética y de esto va esta editorial. En estos casos, es vergonzoso que un candidato luego de ser elegido no pueda por mínima consideración, apartarse de asuntos que crean conflicto de intereses. Un político electo por el voto popular o nombrado por las instituciones de la ciudad, estado o federal, debe por razón propia convertirse en un servidor para todos los ciudadanos, incluidos aquellos que no votaron por ellos o aquellos que no son de la preferencia de tal o cual partido.
Por razón lógica, se le paga del dinero de todos los contribuyentes, todos sin distinción pagamos los mismos impuestos y por ende, ese representante se debe a todos por igual.
Aclarado este punto, veo con estupor como los políticos, unos mas que otros, se han tomado la atribución de ser quienes usando la dignidad que le hemos dado los votantes, se dedican a realizar eventos con toneladas de reconocimientos de papel en eventos públicos a los amigos o recomendados de su partido o grupo de trabajo de campañas.
Realizan eventos propios de las organizaciones descritas al comienzo de este artículo. Incluso, los presidentes o líderes de dichos grupos, ya no aparecen, delegan dicho roll a su político o candidato de preferencia, por que si, los presidentes y líderes de grupos que supuestamente se fundaron para toda la comunidad y piden dinero y auxilios para usarlo en la comunidad, trabajan con toda su fuerza y poca vergüenza para un candidato y no les importa si en ello le va la pérdida de ética y creen los conflictos de intereses. NO podemos olvidar que la legislatura aporta fondos a través del fondo de apropiaciones del estado y los representantes tienen su voz y voto para estas asignaciones. Muchos fondos se asignan a organizaciones de todos los tipos de programas existentes y esa votación sale de todos los legisladores y sus comisiones, o sea todo el gobierno, no solo unos políticos escogidos.
Podrían estos líderes y presidentes de organizaciones tan beligerantes separarse de ese liderazgo si es que le viene mejor ser un activista político de un candidato o partido en específico y no usar más su puesto de líder o presidente cultural, social o cívico. Se ponen hasta cinco sombreros a la vez y las pancartas y camisetas las enarbolan sin temor. Es un fanatismo que ha cruzado todas las reglas de las organizaciones y la comunidad, que no conoce de los límites, estatutos o normas de ética en estos casos cae como moscas y aplauden como focas.
Ahora, continuando con los políticos. Muchos políticos, excluyendo a los paracaidistas que caen o los empujan desde los aviones los padrinos políticos, participan en organizaciones sin ánimo de lucro, en organizaciones comunitarias y de beneficencia social, cultural y educativa, muy pocos de ellos son voluntarios, de eso no saben. No regalan tiempo para la comunidad que los elige, solo sonríen y figurean; es decir, su actividad ha estado ligada a la comunidad, su comunidad.
Pero cuando dichos representantes de los votantes alcanzan una posición y son electos, no reconocen que su labor altruista ya no es la prioridad para un solo grupo, ya es el servicio público que la política le otorga y que nosotros los votantes le hemos permitido y le estamos pagando. Por lo tanto, ese trabajo comunitario debe ser cedido a los nuevos miembros que no están interesados aún en ser políticos y con su investidura dedicarse a legislar, a buscar soluciones para lo que fueron elegidos o nombrados. Deben dejar ya ese faranduleo y trabajar por lo que se les paga.
Pero imagínense, los políticos electos se jactan de ser los adalides dando reconocimientos desde sus curules de senadores, representantes, alcaldes etc., y de los secretarios de las diferentes instituciones del estado. Y lo hacen en eventos propios de celebraciones propias de cada grupo étnico o cultural especialmente en época de elecciones que es todo el periodo sin excepción y se hacen en sus oficinas como si la comunidad que es quien les paga trabajara en la Casa del Estado o Alcaldías. No se conforman con ser los reyes de las tarimas, por que si no hay políticos en tarima, entonces los festivales y eventos no sirven.
La comunidad tiene sus lugares de trabajo y actividad y allí ha sido tradición que los políticos lleguen a congraciarse con los “líderes”, presidentes etc. Pero resulta que hace tiempo, los políticos quieren que la comunidad vaya donde ellos, eso ya esta pasándose de la raya. Politizar los eventos culturales, queda claro que esa es la intención.
Otro asunto muy delicado es que nuestros representantes electos y nombrados se dedican a usar nuestros recursos para sus asuntos personales. Quisiéramos saber donde están los organismos de control, los auditores y en especial, el control político de los votantes que somos los que pagamos y a los que se nos debe una rendición de cuentas, donde están los organismos de control para verificar la idoneidad y capacidad de nuestros funcionarios electos y de nombramiento. Queremos saber que hacen y como lo hacen. Especialmente cuando nuestro gobernador acaba de anunciar aumento de hasta 20 mil dólares a altas secretarías del estado. Algo que ya ocurrió con la gobernadora predecesora. Cada que haya cambio de gobernador, no importando si es cada 2 años, es increíble que tengamos que presenciar estos desafueros de gasto público. Parecieran promesas de campaña que hay que cumplir al costo que sea y con el dinero d los contribuyentes. Es fácil gastar el dinero de los demás.
Los votantes no hacemos la verdadera exigencia de un respeto a unas finanzas estatales que no siempre están holgadas. So pretexto de que en los estados vecinos los salarios son muy altos y que acá los salarios de cargos estatales son muy bajos en comparación con los vecinos, es una burla, ya que no se habla de como vivimos los contribuyentes en el estado en comparación con los contribuyentes de los estados vecinos, ellos no pagan los aumentos nuestros, o ¿sí?
Acabamos de pasar las elecciones de medio término y pareciera que el panorama no cambiará mucho en nuestro estado. Debemos exigir que los políticos electos y los de nombramiento se ocupen de cumplir a cabalidad su función y que no usurpen ni politicen los eventos culturales, sociales o cívicos. Pueden acompañar, pero no se tomen la batuta, eso se les ve feo si no se habían dado cuenta o si nadie se los ha dicho y exigimos que las organizaciones y sus “líderes” o presidentes ocupen su lugar y sepan separar el trabajo social y comunitario y que respeten la imparcialidad de su trabajo o que se decidan y que renuncien y le den el cargo a alguien que decida servir a la comunidad y que cuando los pique el gusanillo de la política hagan lo mismo, renuncie y se una a la política.
Un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar. El progresismo no puede pasar por encima del respeto, la ética y la lógica de como se deben dirimir los diferentes roles de la sociedad.