Después de las náuseas, la fatiga y los altibajos emocionales del primer trimestre, muchas mujeres experimentan un “renacer” en el segundo trimestre. El cuerpo comienza a estabilizarse, el vientre se redondea con gracia y muchas sienten una nueva vitalidad. A este periodo se le llama, con razón, “la luna de miel del embarazo”.
Personalmente, en esta etapa comencé a mirar mi cuerpo con menos juicio. Aunque no es perfecto, comencé a agradecerle más. Mis senos, que aún seguían sensibles, se volvieron más eróticos. El deseo regresó con fuerza en algunos momentos, y con él, el miedo: ¿y si ahora sí le hace daño al bebé? Pero como siempre digo, el conocimiento nos libera. Si tu médico no ha dado restricciones, el sexo sigue siendo seguro y beneficioso.
Desde la neurociencia, este trimestre es interesante: la oxitocina, dopamina y serotonina pueden aumentar con el bienestar físico y emocional. Estas sustancias están relacionadas con el placer, la motivación y el apego. Muchas mujeres sienten más deseo y fantasías sexuales. El útero, con mayor irrigación sanguínea, puede incluso intensificar los orgasmos. Sin embargo, si no sientes deseo, no te preocupes. Escuchar tu cuerpo sigue siendo la clave.
También es el momento en que muchas parejas se sienten más conectadas. Al desaparecer las molestias iniciales, pueden volver a tocarse, a hablar de sus miedos, a planificar con más ilusión. Pero no todo es perfecto: el hombre también puede sentirse desplazado. A veces la atención familiar y social gira solo hacia la madre. He escuchado a muchos decir: “No sé qué lugar ocupo ahora”. Por eso, este es el momento ideal para reforzar el vínculo: no solo sexual, también emocional.
Carlos y Laura, quienes te conté en la columna anterior, vivieron un hermoso reencuentro en esta etapa. Aprendieron a practicar lo que yo llamo “sexo conversado”: tocarse mientras se hablan, mirar sus cuerpos con ojos nuevos, sin presión. Me dijeron algo precioso: “Ahora no es solo placer, es también gratitud por lo que estamos viviendo juntos”.
Desde la fe, este trimestre puede vivirse como un espacio de adoración. El Salmo 139:13 dice: “Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre.” Saber que hay un alma creciendo dentro de ti y que tu cuerpo sigue siendo fuente de amor, es motivo de asombro. La sexualidad no deja de ser sagrada por estar embarazada. Al contrario, puede ser una forma de honrar ese milagro.
Y como siempre, lo repito: cada cuerpo es distinto. Consulta con tu médico antes de tener relaciones si hay placenta previa, sangrados o contracciones. Escuchar a tu cuerpo y seguir la guía médica es fundamental.
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