Ha sido un éxito la serie juegos del calamar, hay opiniones encontradas entre sus adeptos y sus detractores, algunos alaban la serie, otros la critican duramente. Lo importante es analizar cómo se reflejan esas acciones en nuestra realidad y como las ejecutamos en nuestro diario vivir.
Algunos de los argumentos de sus detractores se basan en la acogida que ha tenido sobre todo en “los jóvenes”, la critican porque incita a la violencia, cuando realmente el éxito no ha tenido que ver con la edad, si no con la sociedad, ya que muchos la ven por morbo y/o curiosidad.
Pero estos mismos son felices viendo las novelas, narco-series y otros programas donde hay violencia explícita, en mi opinión, es inaudito que hoy en día se siga alabando a los narcotraficantes, para quienes la violencia siempre fue y ha sido la solución.
Por otro lado tenemos un bombardeo permanente de violencia en redes, pues no se puede negar que la guerra es un negocio millonario, por eso vemos apologías al delito de parte de cantantes interpretando grandes capos, mostrando armas y violentando mujeres, los mal llamados “influencers” usando la violencia como herramienta principal para ganar dinero.
Este ambiente también afecta a los niños y niñas, quienes desde pequeños es lo que han escuchado de nosotros, lo ven en algunos programas infantiles, lo viven en los video-juegos y lo recrean en los juegos de interacción con otros niños.
Esto podría ser un indicador de que a nivel social la violencia está normalizada, aunque suene feo, la violencia está en nuestros genes, por eso es importante conocer nuestro pasado para no repetirlo, y tomar acciones consientes para empezar a disminuir el impacto de la violencia desde nuestras vida personal para influir en la sociedad.
Para ver como se refleja en la sociedad, solo basta ver como aún hay personas y/o movimientos que justifican el exterminio hecho a los judíos, pero al mismo tiempo muchos aplauden y celebran cuando esos mismos judíos atacan a musulmanes y árabes, otros se alegran de las desgracias de los haitianos, venezolanos, cubanos, africanos y cualquier otra cultura o raza en desgracia, donde el común denominador es dar lugar a la violencia como castigo divino o karma para quien lo merece.
Nuestra ascendencia viene del Imperio Romano, de quienes es bien sabido la barbarie era la herramienta más poderosa para crecer y mantener su imperio, posteriormente la iglesia católica fue quien heredó esta cultura violenta, quienes usaron las cruzadas para evangelizar, y así con ese antecedente llegaron los españoles a nuestra tierra, donde también se sabe que fue el exterminio la herramienta para colonizar.
Con este antecedente no quiero culpar de nuestra realidad actual a nadie, es solo una referencia para saber nuestras raíces, que aún hoy en día siguen vigentes, y aunque no lo creas, tu aportas a ese ambiente de violencia, cuando en tu mente la solución al problema es matar a la otra persona.
Es importante tener cuidado al expresar estos sentimientos, pues podemos ser un factor generador de violencia en nuestro entorno, con lo que avivaremos la cultura agresiva donde esa es la forma de solucionar todos los problemas que tengamos, y el lastre violento seguirá encontrando nido en generaciones futuras.
Es nuestra responsabilidad el desarrollo integral de esas generaciones que nos reemplazarán, por eso es urgente que iniciemos a revisar los diálogos internos y externos que sostenemos, el contenido audiovisual al que nos exponemos desde el núcleo familiar, las acciones que ejecutamos y la influencia que estas tienen en nuestros entornos, haciendo lo mejor que esté a nuestro alcance, para que las futuras generaciones cuenten con herramientas alternas a la violencia.
Solo así lograremos romper esos constructos históricos, sociales, culturales, familiares, religiosos, entre otros que nos atan al subdesarrollo, por lo que una buena pregunta que debemos hacernos para empezar a aportar al cambio es: ¿Qué estoy enseñando a mis hijos y jóvenes con quien tengo contacto?