Dice el cuento que, al llegar el esposo a casa, después de una larga jornada laboral, encontró a su esposa haciendo el amor en el sofá con su mejor amigo, furioso y ofendido con tan incómoda escena, los miró, pero no dijo nada, tampoco discutió con su esposa, ¡eso sí!, sin pensarlo dos veces decidió vender el sofá. “La fiebre no está en las sábanas”, no busquemos solución a los problemas en otros lados, enfrentemos la realidad, dejemos los miedos. Algo parecido vino a mi mente al leer un titular en el periódico El Colombiano (nov. 26 de 2021) “En 6 meses se restringirán celulares y tablets en colegios”. Dice la noticia, entre otras cosas que, “así quedó estipulado en un proyecto de ley aprobado por unanimidad en el Congreso que busca restringir el uso de dichos aparatos con el fin de beneficiar la integridad física y emocional de los menores”. El argumento del Representante a la Cámara, autor de tan “brillante” proyecto es que los estudiantes están sufriendo ciberbullying.
Lo único que falta es que, a otro congresista desocupado, para justificar su millonario sueldo, presente un proyecto de ley que prohíba el uso de la lavadora, la nevera y la licuadora en los hogares colombianos. A nivel local, nada más descabellado que un concejal presente un proyecto donde se prohíba usar el Metro, las motos y las patinetas eléctricas. Nada más tonto que prohibir en vez de enseñar, como si prohibiendo los celulares en colegios y escuelas el ciberacoso terminara, la tecnología per se no es mala, es el ser humano quien hace mal uso de ella. El problema de estas sociedades, con doble moral, fue que todo lo prohibieron y no lo enseñaron, yo pregunto, ¿Cuántas cosas están prohibidas en la escuela? Desde que el niño nace se le prohíben cosas: no toque, no suba, no corra, no grite, no se duerma, no llore… insólito, pero cierto, solo falta que nos prohíban soñar.
Prohibir genera dudas acerca de lo prohibido, cuando al hombre se le prohíbe mirar por el ojo de la puerta, solo le queda imaginar lo que adentro pueda estar sucediendo, de ahí vienen los prejuicios. No generemos mantos de dudas, ayudemos a vivir en un mundo real, usando las cosas que tenemos, seguramente vendrán otras generaciones con nuevas tecnologías y distintos aparatos que hagan las tareas más fáciles, no estoy hablando de mediocridad, sino de facilidad, preguntémonos ¿cómo sería el mundo sin el fuego, sin la rueda, sin el arado? Con humildad y respeto invito a todos aquellos que quieren prohibir la tecnología en la escuela a que lean “El Maestro Ciruela” del escritor español Fernando Almena y analicen bien lo que están legislando, “-¡Prohibido! ¡Prohibido correr por los pasillos, prohibido pisar el césped, prohibido hacer pis detrás de los árboles, prohibido hurgarse en la nariz…! ¿Qué no está prohibido? –¡Prohibido prohibir!”. (Pág. 36) No más…, no más prohibiciones, enseñemos a los estudiantes a vivir la vida aprovechando lo existente. La tecnología debe ser utilizada para beneficio, miremos el lado amable de las cosas, no imaginemos demonios.
Ojalá en mi escuela, (años 70’ y 80’) yo hubiera tenido a la mano tanta información, repito información, no conocimiento. La idea de la tecnología es facilitar las cosas y eso deben aprovecharlo los estudiantes de ahora. Recuerdo que yo iba a las bibliotecas a consultar, cosa que no era fácil, debía pintar mapas y mapas sin sentido, me enseñaban inglés con cartillas sin sonido ni videos, las funciones trigonométricas y los logaritmos los hacíamos con fórmulas y de cabeza, las calculadoras eran escasas y muy costosas, recortábamos noticias viejas de los periódicos, los profesores colgaban de un clavo torcido, encima del tablero mapas, figuras del cuerpo humano, fichas históricas. Hoy con un celular en la mano los estudiantes pueden comunicarse con el mundo entero, pueden entrar a museos, bibliotecas, conciertos, leer noticias, libros, analizar estadísticas, acceder a tutoriales, cursos y muchas cosas más, es cuestión de orientarlos, no de satanizar la tecnología.
Si el estudiante hoy tiene acceso a tanta información lo que hay que enseñarle es a pensar, es decir, enseñarle a hacer preguntas y a responderlas con claridad, sin duda alguna con la información se pueden organizar foros, debates, discusiones académicas, analizar un tema relevante, algo que pueda estar sucediendo y que afecte al mundo entero, para eso pueden servir los celulares y las tablets. No podemos volver al mayo francés de 1968 cuando los estudiantes universitarios, asqueados de tanta prohibición, salieron a las calles acompañados por Michael Foucault y otros profesores más, bajo el lema “Prohíbido Prohibir”. No podemos olvidar que por asuntos de “moral”, algunos libros fueron prohibidos: “El origen de las especies” de Charles Darwin, “El Decamerón” de Giovanni Boccaccio, “Madame Bovary” de Gustave Flaubert, “1984” de Georges Orwell, “Lolita”, de Vladimir Nabokov y muchos más.
Coda: No vendan el sofá, aprovéchenlo para mirar el celular entre los tres.