Para comenzar quiero aclarar que, generalmente, trato de no escribir acerca de un mismo tema. Pero, a raíz de mi columna anterior, “Maldita Navidad”, sorpresivamente, recibí una llamada de una de las tantas cárceles del país; al otro lado de la línea telefónica sentí una voz ajada, triste y angustiada, era la voz de un recluso que me saludaba y felicitaba por mi escrito, obvio que no hubo identificación de su parte, de ahí que siendo muy prudente nunca le pedí salir de su anonimato.
Anonadado y, muy asustado entablé un diálogo con él, un diálogo fluidopero muy angustiante, siempre traté de animarlo, pero, mis ojos humedecían cuando él relataba cada una de las tragedias que se viven a diario en medio de tantas rejas. Finalmente, al despedirnos, me agradeció mucho por haberlo escuchado y con una voz, esta vez más fuerte, me deseó lo mejor para el próximo año, yo con mi garganta atascada prometí escribir algo acerca de la vida que llevan muchos presos en este país, y mandarles un mensaje de paz.
Por cierto, nadie, absolutamente nadie está exento de llegar a ser encarcelado, lo digo porque en un alto porcentaje los allí recluidos están encerrados por un momento de ira, rabia ofuria, donde se encolerizaron de tal forma que no midieron sus consecuencias, otros, obviamente fueron perniciosos e hicieron mal a la sociedad. Debemos controlar nuestros instintos, y no dejarnos llevar por impulsos pasionales, irracionales o coléricos. En medio de la conversación con aquel personaje, hicimos alusión a la reconocida canción de Fruko y sus Tesos, El Preso.
“En el mundo en que yo vivo, siempre hay cuatro esquinas, pero entre esquina y esquina siempre habrá lo mismo. Para mí no existe el cielo, ni luna ni estrella, para mí no alumbra el sol, pa mi todo es tiniebla. Ay ay ay que negro es mi destino…, ay ay ay todos de mi se alejan…, ay ay ay perdí toda esperanza…, ay a Dios sólo llegan mis quejas”. Que difícil será vivir entre rejas, enjaulados, aislados de la sociedad; “para mí no alumbra el sol, pa mi todo es tiniebla…”.
No quiero que este escrito se entienda como una apología(defensa) a los presos del país, no, no soy abogado, ni juez ni parte de nada, solo soy un ciudadano que piensa en las condiciones infrahumanas en que viven algunos presidiarios, muchos, porque no decirlo, inocentes. “Condenado para siempre en esta horrible celda, donde no llega el cariño, ni la voz de nadie, aquí me paso los días y la noche entera. Solo vivo del recuerdo eterno de mi madre. Ay ay ay solo espero que llegue…, ay ay ay el día que la muerte…, ay ay ay me lleve a estar con ella…, ay al fin a cambiar a mi suerte”. Recordar la mamá para ellos, es lo más triste que puede llegar a sus mentes, “solo vivo del recuerdo eterno de mi madre…” No debemos olvidar que muchas madres sufren en la noche de Navidad pensando en cómo estarán sus hijos allá encerrados.
Escribiendo este artículo, encontré una canción de Pastor López titulada, El Ausente, muy apropiada para el tema que nos convoca. “Todas las mañanas, veo una ancianita, muy desesperada preguntando por su hijo. Pero ella no sabe…, que fue un reo ausente, que lo capturaron, y lo condenaron”. No es que los demás miembros de la familia no sufran o se aflijan por tener un ser querido bajo rejas, lo que sucede es que el corazón de una madre no lo reemplaza nada ni nadie, madre solo hay una y no tiene copia, para todas ellas total respeto en estas fiestas de Navidad.
“Oiga, señor juez, no pongo disculpas, no pido perdón, pero le suplico, que venga mi madre yo quiero mirarla, besar sus ojitos que tanto han llorado, guardar en mi mente, su rostro bendito que yo he marchitado y sola he dejado…” Muchos de ellos arrepentidos por haber desobedecido a sus madres hoy lloran en silencio, “es de noche y en su celda se oye un lamento”.
Quienes tenemos la posibilidad de caminar libremente, debemos agradecer que podamos ver gente, paisajes, disfrutar de la familia, los amigos y todos esos placeres lindos que ofrece una sociedad sana. Frente al tema de la libertad considero que es algo subjetivo, lo digo porque hay quienes estando libres se sienten presos de algo o de alguien.
El escritor uruguayo, Eduardo Galeano, dijo, “quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo…” la verdad es que hay quienes se sienten prisioneros en sus propias casas, con su pareja o su familia. Que bueno sería que esta noche de Navidad la libertad en todas sus formas habite en los corazones de todos.
Quiero terminar este escrito haciendo un llamado a la prudencia y la sensatez, ofrezco excusas si me vuelvo necio, pero, por favor nada de agresividad, cuiden sus palabras, sus actos, sus gestos, nada de violencia en esta Navidad, recuerden que, por un instante de ira, rabia o, cólera, podemos cometer muchos errores.
Quien está en la cárcel de Sing Sing, de Alci Acosta, está por una rabia no controlada. “Ayer, yo visité la cárcel de Sing Sing, en una de sus celdas solitarias, un hombre se encontraba arrodillado al Redentor, piedad, piedad de mí, mi gran Señor. Mas cuando me miró, a mí se abalanzó, y con voz temblorosa y recortada, escucha, triste hermano, esta horrible confesión aquí, yo condenado a muerte estoy”. Indudablemente esa llamada me hizo llorar.