De la Innovación en el Trabajo a la Desigualdad Económica
En 1914 la fábrica de motores Ford anunció la reducción de la jornada laboral a 8 horas la medida marcaba un hito en la historia del trabajo en la medida en que además no había venido forzada ni por la acción de los sindicatos ni por un impulso político y mucho menos por una revolución.
El origen de la medida arrancaba del propio Henry Ford propietario de la fábrica. Solo poco antes, el Wall Street Journal había acusado a Ford de literalmente inyectar principios bíblicos en un terreno al que no pertenecía. Sin embargo, Ford estaba convencido de que sí pertenecían a ese terreno y además tenían que moldear la actividad laboral.
Partidario de un modelo de creación de riqueza típicamente protestante consistente en sumar la educación a la industria y a la iniciativa privada, Ford creía que esa riqueza tenía que alcanzar de manera pre-eminente a los trabajadores que la creaban, así unos meses después de reducir drásticamente la jornada de trabajo Ford invitó al reverendo Samuel Simpson Marquis a que trabajara para él literalmente “poniendo a Jesucristo en mi fábrica”.
El resultado fue un conjunto de medidas sociales que entre otras áreas se centraban en proporcionar formación y educación gratuitas a los trabajadores, procurar que pudieran ahorrar, evitar que se dieran a la bebida, buscarles alojamientos donde no estuvieran hacinados, asimilar a los inmigrantes a la sociedad americana y conseguir que pudieran incluso adquirir con facilidad los mismos automóviles que fabricaban.
Los resultados de aquellas medidas fueron espectaculares y no solo en términos económicos, sino también de bienestar para los trabajadores De hecho, el aumento de su nivel de vida no conoció paralelo en el mundo de la época y era un hijo directo de una cosmovisión que no solo resultaba económica, sino fundamentalmente espiritual.
Lastimosamente esa mentalidad protestante ha venido desapareciendo, volviendo a épocas donde el aumento de la brecha de ingresos entre los ciudadanos americanos era rampante.
La desigualdad entre los ingresos y la riqueza son más altos en los Estados Unidos de América que en cualquier otra nación avanzada. Este fenómeno comenzó a acentuarse hace años, pero se ha visto agudizado tras la crisis económica de 2008 la lenta recuperación posterior y los efectos de la gestión de la crisis del coronavirus.
Entre las causas del fenómeno se encuentran el fracaso para adaptarse a una economía globalizada y al cambio tecnológico, la reducción del poder de acción de los trabajadores, el impacto de la inmigración en el mercado laboral y el cambio de visión económica en el país.
Al respecto el historiador francés, Emmanuel Todd ha insistido recientemente en los terribles daños que se derivan del abandono de un modelo económico protestante basado en la industria la educación y la iniciativa privada para sustituirlo por un modelo asistencial católico y especialmente por un modelo de especulación judío.
Según la oficina del presupuesto del Congreso este fenómeno lleva produciéndose décadas con los ingresos del escalón más alto superando al resto de la población.
Según el economic Policy Institute el crecimiento de los ingresos de un CEO en Estados Unidos es un factor más que significativo para entender lo que está sucediendo. En 1965, un CEO medio ganaba 20 veces lo que ganaba un trabajador de la empresa, en 2018, un CEO ya ganaba de media 278 veces más que un trabajador de la empresa.
Igualmente, entre 1978 y 2018 la compensación recibida por un CEO aumentó más del 900% mientras que la de un trabajador solo lo hizo un 11.9%.
Este fenómeno se aprecia igualmente cuando se observan los ingresos netos. En 1989 el 10% de americanos que ganaban más, tenían el 61% de la riqueza nacional, en 2021 ese mismo 10% ya era propietario de más del 70% de la riqueza nacional y el fenómeno no ha dejado de aumentar.
Por el contrario, el 40% restante perdió riqueza durante esas décadas y el 50% de más abajo unos 73 millones de familias en Estados Unidos tenía en el año 2021 solo el 2.5% de toda la riqueza nacional.
En paralelo la desigualdad económica en Estados Unidos ha ido empeorando durante décadas, de acuerdo con el coeficiente de Gini a decir verdad en el año 2019 en Estados Unidos ese coeficiente marcaba un 40 es decir, tenía el mismo coeficiente que Bulgaria y Turquía, pero mucho peor que el de Canadá, Francia o Alemania, en el año 2024, el grado de desigualdad marcado por ese coeficiente muestra que Estados Unidos está a la altura de Costa Rica o de México.
Este articulo ha sido tomado de la editorial de Cesar Vidal del programa la voz del 5/21/2024, si necesitas tomar acción respecto a tus finanzas, estoy aquí para ayudarte. Puedes contactarme a través de mis redes sociales como @miguelbacata o utilizando la información de contacto al final de este artículo.