Necesitamos rotación, participación y no dejar que solo unos puedan. No a la derrochocracia o repetidocracia.
Durante este año que culmina hemos recorrido junto a nuestros lectores un camino diferente. La vida en todos sus frentes se ha visto impactada por cambios esperados, cuya trascendencia no debe sorprender a quienes no están de acuerdo con la decisión de un inmenso número de personas que decidieron en las urnas y que saben de las consecuencias de la decisión.
Entregado el poder a las tres ramas de el país que escogimos para vivir corto o largo tiempo, los que no somos de esta nación tenemos doble responsabilidad de estudiar, comprender y acatar las leyes. Tenemos la doble responsabilidad de guiarnos por las normas y leyes que nos otorgan la oportunidad de utilizar las mismas normas y leyes para defender en las instancias respectivas todo aquello que consideremos se sale de la ley.
En el orden político, no es menos importante que los ciudadanos entendamos que, no todo lo político es correcto y no todo lo correcto o incorrecto es político. Entre un concepto y otro se encuentra la constitución que nos rige. Incluso, cada pueblo, cada estado tiene su propia carta de constitución para regirse localmente y muchas de esas normas chocan o se alinean con las de la nación. Y cuando ellas no se pueden ejercer de una manera organizada, existen las cortes federales y la Corte Suprema para dirimir los atascos.
Se podría afirmar que los ciudadanos cuando entran en la decisión política no alcanzaran a visualizar que cuando están eligiendo a alguien político, su responsabilidad va más allá de el simple elegir.
Se elige a alguien que sea capaz, responsable de respetar esas leyes y esas normas y debe saber que la población es el depositario de cada decisión o de cada propuesta y ese depositario con el voto tiene el poder de remover, cambiar parar o avanzar cambios.
Se elige a alguien para que salvaguarde las normas y leyes administrativas de los poderes de una nación que es un todo (Territorio, País con Fronteras, Organización Política, Ejecutiva, Judicial, legislativa, Ciudadanos).
Cuando escogimos llegar a otra tierra no se trata de que esa tierra se acomode a nosotros, somos responsables de adaptarnos, de adatar parte de nuestra antigua vida a una nueva; con responsabilidades primero y cuando tengamos el suficiente conocimiento, estatus, integración, aportes; ahí podremos exigir, pedir y calificar para lo que los demás y nosotros hayamos contribuido. Sólo así estaremos de igual a igual exigiendo luego de aportar.
Parece que elegimos a quienes nos representen sólo con el sentido político, sólo por que nos hablan bonito o repiten estribillos que ya están bien desgastados. Se quieren enquistar en los puestos como si no hubieran sido otorgados por voto popular, piensan que es un feudo político que les pertenece y que no tienen límites.
La verdad es que el sistema democrático está hecho para la rotación del poder, para que muchos participen. No es posible que pensemos en este país repetir el cuento de los que se quieren quedar en el poder y cerrarle las puertas a más personas que tienen no sólo derecho a participar para ir como borregos a votar, si no para ser votados.
Ya tenemos ejemplos claros en muchos de los cuerpos colegiados tanto en ciudades, estados y en el nivel federal. No se sienten con la gallardía de entender que otros desean participar de la política, de los puestos de elección popular. Siempre son los mismos y si se cansan se pasan de puesto como si estuvieran en el parque de diversiones tomando “rides”. El estado de Rhode Island y Washington son los ejemplos más claros de lo que afirmo, ya parecen momias andantes que nunca permiten cambio o rotación de nuestros representantes. Y en los pueblos nuestros no debemos permitir que ese cáncer se incruste, ¿Salimos de nuestros países y vamos a hacer lo mismo? Estamos feos para la foto.
Desde el orden más sencillo como juntas escolares, concejales, alcaldes, representantes estatales, senadores federales y presidente. La realidad es que elegimos a quienes administran recursos, leyes, presupuestos, para que el lugar que escogimos para hacer familia sea llevadero, no para que nos pongan en la repetición de candidatos. Ya es hora de que la oportunidad de rotación en los cargos de elección popular sea el ejemplo de democracia no de derrochocracia o repetidocracia. La gente también se cansa y por ello pasa lo que pasa en todas las elecciones. Querer atropellar al constituyente primario es abusar de la confianza que se da para que los términos se cumplan y se respeten. Usemos la misma ley que nos permite impedir que nuevas propuestas pongan en entredicho la capacidad, el derecho de rotar concejales, alcaldes, gobernadores, vice-gobernadores y presidentes. El cambio es saludable para la democracia, no permitamos leyes a perpetuidad. El único perpetuo es el votante, acá estamos votando.
