Desde las elecciones de noviembre pasado, hemos estado viendo un auge mayúsculo de participación de mujeres demócratas a puestos de elección popular en los Estados Unidos. Rhode Island no es la excepción, mucho menos algunos de sus pueblos como Woonsocket, Pawtucket, Central Falls, Warwick, Cranston, Johnston; entre otros, además de la capital que ostentan gran número de minorías.
Otras localidades cuyas poblaciones empiezan a cambiar ostensiblemente.
Pero esta oleada de minorías y sobre todo mujeres en la vida pública tiene una explicación histórica. Desde que la mujer participó en la fuerza laboral para apoyar las campañas bélicas de este país en el extranjero, y desde que se aprobó el voto femenino en los años 60; pasando luego por la declaración de los derechos civiles en cabeza de Martin Luther King, a quien honramos este mes, ha seguido lloviendo sobre mojado. Pero tenía que ser un controversial candidato que desde el principio quiso apabullar y rebajar o des-legitimar todo aquello que el sexo fuerte había logrado en décadas. El entonces candidato Donald Trump trajo a la palestra todo lo peor contra las mujeres y en especial las mujeres del partido demócrata.
Al lanzar los epítetos más indignantes, al descartar o no incluir a la mujer en sus equipos de trabajo en forma notoria. Y sobre todo al insultarlas públicamente en sus derechos y luego con sus escándalos lo que llevó tanto a los grupos de defensa femenina como a los partidos tanto demócrata como del ala republicana más de centro, a que se hiciera la marcha por la mujer poco después de que tomara posesión como presidente Donald Trump.
Y seguidamente, se llevó a cabo un trabajo de preparación de las bases jóvenes del partido demócrata en toda la nación, y en estados claves; donde minoría nativas, negras, latinas, comunidades LGTB, refugiadas, miembros de comunidades religiosas diversas y hasta descendientes de países árabes para que se enlistaran en los patrones electorales como candidatas. Y en solo meses se logró poner adelante de los partidos tradicionales y en especial del partido demócrata a jóvenes que relevaron a los candidatos o a los electos tradicionales. Ese triunfo ha dejado perplejo hasta al analista político más agudo en el mundo.
El ataque frontal de un hombre logró lo que muchas campañas y estrategias no había logrado. Recuperar la Cámara Baja del Congreso de los Estados Unidos en una elección que aparentemente era difícil.
Quiero felicitar públicamente a cada una de las mujeres que en nuestro estado están haciendo historia: Unas por primera vez en sus ciudades, otras que cosechan nuevos triunfos. Y muchas que siguen luchando por trabajar en posiciones claves para servir como agentes de cambio. Por que nuestro país ya cambió hace tiempo, ahora es el tiempo de acompañar a los co-fundadores de la república a entender este cambio.
Hago esta reflexión histórica nacional para recordarle a nuestras nuevas mujeres valiosas del estado de Rhode Island que: Las mujeres que lograron esta hazaña en los puestos de más alta responsabilidad en Washington esperan lo mismo de las nuestras. Y que más que celebraciones locales, más que constantes figureos a través de las redes sociales, más que continuar con un triunfalismo ante sus electores y ante los partidos que resultaron perdedores, más que unirse en celebraciones que aún no terminan; necesitan tomar aire y despertar para seguir el duro camino que una ola de ataques les dio la primera fuerza.
Me preocupa que nuestras elegidas no estén enfocadas en la preparación de lo que deben ser sus deberes para con los que las elegimos y se estén preocupando más por estar entre ellas como si los electores ya no existieran. El contacto con los votantes ahora es más imperante que cuando solo querían nuestro voto. Creo que no se puede perder tiempo y que habrá lugar para estar acompañando a las muchas que vendrán a ser parte de este gran triunfo de la mujer. Mientras tanto, quienes se posesionan primero que se enfoquen en su trabajo con sus comunidades y luego en un caucus común lleven las verdaderas inquietudes de sus electores para demostrar de que están hechas. No obsta felicitar su triunfo y acompañarlas, estamos para seguirlas no para frenarlas. Adelante!