Enfermeras y enfermeros sin fronteras
Por: Gita Brown
Traducción Jhon Cardona
La docente Jocelyne de Gouvenain (en la foto) empezó con un sueño para su pueblo que se convirtió en una experiencia de aprendizaje para los estudiantes de enfermería.
El pueblo de Beaulieu es una zona tan remota que difícilmente se puede encontrar en un mapa. Situado en Haití, uno de los países más pobres del mundo y el más montañoso del Caribe, donde las cabañas están repartidas por las laderas de las montañas en lugar de estar ubicadas en una zona central.
Además, su gente carece de electricidad, agua potable, transporte público, escuelas y hospitales.
Aun así, en alguna zona escondida del terreno montañoso hay una clínica cofundada y dirigida por Jocelyne de Gouvenain (licenciatura 2011 y maestría 2017), quien creció en Beaulieu y ahora es estudiante de doctorado y profesora de enfermería en Rhode Island College. Su esposo, un profesor de biología jubilado, de la misma institución, Roland de Gouvenain, también es cofundador y se desempeña como asistente.
Durante las dos últimas décadas, la clínica ha sido un salvavidas para los aldeanos. Fundada en 2003, la primera versión de la Clínica Erline and Armelle, en honor a las dos tías de Jocelyne, fue una cabaña de una habitación que Jocelyn alquilaba de una mujer del pueblo por 12 dólares al mes; brindando atención primaria y preventiva, además de educación sanitaria a la comunidad.
Para llegar a la clínica, los aldeanos deben recorrer varios kilómetros a pie o en burro; en su mayoría agricultores de subsistencia, aunque tan sólo una quinta parte de la tierra en Haití se considera apta para cultivos debido a la erosión del suelo y la falta de riego. Por lo cual, más de la mitad de los alimentos del país, incluido el 80 por ciento del arroz, se importan.
En 2007, fue este pueblo aguerrido, acostumbrado a aprovechar lo poco que tiene, quien trabajó en la construcción de la nueva clínica, financiada por la organización sin fines de lucro de Gouvenain: la Red Humanitaria Haitiana (HHN por sus siglas en inglés). Mujeres y niños cargaron sobre sus cabezas las piedras que servirían de cimiento e innumerables cubos de agua montaña arriba ayudando a los hombres que hacían los ladrillos para construir el edificio.
La edificación actual, terminada en 2010, contiene cinco espacios: una sala de espera, dos consultorios, una farmacia y una oficina. Y cuenta con cuatro enfermeras, dos médicos a tiempo parcial y un administrador/farmaceuta, que atienden a un promedio de 350 pacientes al mes, quienes pagan 25 gourdes (moneda haitiana equivalente a 25 centavos). Aunque aquellos que no pueden pagar son atendidos gratuitamente.
En Haití, la enfermedad de arterias coronarias es la principal causa de muerte. Por lo que la clínica ofrece exámenes de presión arterial y programas de: seguimiento de la diabetes, anticonceptivos y cuidados de heridas.
Jocelyne dice que, en los 20 años transcurridos desde su fundación, la clínica ha superado tanto sus expectativas como las de los aldeanos, y cuenta que, decidió abrirla después de que su tía muriera de hemorragia al poco tiempo de dar a luz. “En ese momento, la aldea no tenía acceso a la atención médica, entonces, la llevaron en camilla al siguiente pueblo donde había una clínica, pero al llegar, ya había muerto desangrada. Yo no me encontraba cerca porque estaba estudiando enfermería en otro pueblo.”
Su tía, Erline Hilaire, quien tan solo tenía 35 años, contribuyó decisivamente con su educación, enviándole comida, ropa y cualquier otra cosa que necesitara mientras asistía a la universidad. “Ella murió antes de que yo pudiera usar mis conocimientos para ayudarla. Es por eso que, con la bendición de los ancianos de la aldea decidí construir esta clínica para reducir la mortalidad materno infantil”.
El otro homónimo que recibió la clínica es de la tía de su marido, Armelle, quien también apoyó los estudios de enfermería de Jocelyne, con el objetivo de que en el futuro pudiera ayudar a su gente.
“Al final, fueron mis amigos en Estados Unidos (enfermeras, médicos, ingenieros) quienes confiaron en mí lo suficiente como para invertir su tiempo, su energía y su dinero para ayudarme a despegar la clínica”, dice Jocelyne. “El actual presidente de HHN, Donald Dinsmore, y su esposa, Sue, junto con otros primeros partidarios, como el Dr. Thomas Gorin, apoyaron la construcción y el funcionamiento de la clínica. Y aunque fui yo quien inició la clínica, no habría podido hacerlo sin ellos”.
Con la creación de HHN, una organización sin fines de lucro 501(1)c(3), y que trabaja con voluntariado, Jocelyne ha podido recaudar fondos para mantener sus operaciones y el 100 por ciento de las donaciones van directamente a la clínica.
En el 2015, Joanne Costello, profesora de enfermería de RIC, contacto a Jocelyne, quien entonces formaba parte del programa de maestría, especializándose en enfermería de salud pública. “Me impresionaba el trabajo que Jocelyne estaba haciendo a través de HHN; y quería que nuestros estudiantes aprendieran más sobre la salud globalizada, pues en ese momento, la Escuela de Enfermería no tenía un programa de salud global”, dice Costello.
Al mismo tiempo, ella fue clave en el inició de una asociación entre HHN y la Escuela de Enfermería Zvart Onanian de RIC. Entre 2015 y 2019, los estudiantes de los cuatro programas de posgrado en enfermería acompañaron a Jocelyne, una o dos veces al año, a Haití para trabajar en la clínica. Y Costello finalmente puedo ofrecer un curso electivo (con créditos) llamado: Experiencia de salud global: Haití.
Katie Cherenzia, egresada de RIC en 2017, fue parte de ese primer grupo de estudiantes que estuvo en Haití y hasta el momento ha podido seguir involucrada con HHN como miembro de la junta directiva, actualmente en calidad de vicepresidenta.
HHN igualmente financia la reconstrucción de hogares después de desastres naturales y se asocia con Hope for Haiti, Project Hope y Caritas, quienes han compartido sus suministros médicos, personal y medicamentos con la clínica cuando hay desastres políticos o naturales. Asimismo, creó la Fundación Erline y Armelle para ofrecer a los niños de Beaulieu becas para asistir a la escuela primaria en el pueblo vecino.
“Beaulieu ha pasado de ser un lugar del que nadie había oído hablar a uno donde si dices su nombre, la gente lo reconoce gracias a la clínica”, indica Jocelyne. “Nuestro éxito ha sido un esfuerzo de equipo. Estamos aquí gracias a todos nuestros amigos en Estados Unidos. Y en nombre del pueblo de Beaulieu, estamos bastante agradecidos”.
Para más información sobre la Clínica Erline y Armelle, diríjase al sitio web de la Red Humanitaria Haitiana en haitianclinic.org/