Que falta hace estudiar pero, estudiar de verdad, no pasar por la escuela, el colegio o la universidad solo haciendo vida social. Lo digo porque me sorprende que en pleno siglo XXI aún haya personas hablando de racismo en vez de discriminación. Quien mínimamente lee periódicos, ve noticieros o incursiona en redes sociales, pudo darse cuenta que, por estos días electoreros, el mal llamado racismo se volvió moda, esto porque algunos candidatos presidenciales, creyéndose incluyentes, decidieron tener como fórmula vice-presidencial un negro o una negra; pretendiendo con ese “gesto de solidaridad”, saldar la deuda de más de quinientos años de discriminación. Quiero aclarar que los seres humanos somos iguales anatómicamente, tenemos igual cantidad de huesos, de venas, de músculos, los mismos órganos, lo que varía es el color de piel, es por esto que debemos hablar de etnias culturales y no de razas, en otros tipos de animales, diferentes al hombre, sí nos referimos a razas, existen razas de perros, de gatos, de caballos, pero, un solo ser humano que ha vivido y vive en diferentes grupos culturales (etnias).
Como hay gente para todo, no falta quien creyendo ser respetuoso acostumbra decirles “morenos” en vez de negros, es necesario aclarar que la palabra correcta es negro o negra, decirles moreno o morena sería un insulto, igual ocurre cuando a un mestizo le dicen “mono”, el diccionario es muy claro al definir mono, “nombre genérico con que se designa a cualquiera de los primates del suborden de los antropoides”, en otras palabras “mico”, algunos más ignorantes se refríen a los negros como personas de color, ¿acaso quién así los llama no tiene color? Definitivamente, ¡qué falta hace la historia!, no podemos desconocer que los pueblos avanzan, se reinventa o construyen a partir de los errores del pasado, de ahí la importancia de conocer la historia, de saber porque esto se llama así y no de otra manera. Como colombiano me cuesta olvidar que en 1994 el gobierno de César Gaviria Trujillo eliminó la cátedra de Historia del plan de estudios dando paso a las Ciencias Sociales, tal vez sea por eso que algunos jóvenes no sepan que es un Mulato o un Zambo, ignoran la historia, por eso llaman las cosas como quieran e inventan palabras raras que no sé de dónde salen.
El racismo es un invento social, nadie nace racista, el racismo es un libreto aprendido en la sociedad que nos enseña a discriminar o creernos superiores a los otros. Basta con nombrarlo para saber que el término racismo está impregnado de una energía negativa, lleva implícita la idea de marginación, de aislamiento, de exclusión basada en el color de la piel, la textura del cabello, la forma de vestir, el lugar de origen y otras cosas más. Muy triste que unos y otros sean despreciados por el color de su piel, la piel es la envoltura, el ser está por dentro. Ahora, es de aclarar que el racismo no es solo de algunas clases sociales, no, del racismo han sido víctimas infinidad de personas sin importar la etnia, sus creencias, o el lugar de procedencia, se trata de una humillación social que se da en todos los países sin distingo del color de piel, sexo o condición social. Pueden ser personas adineradas y, eso no las hace inmunes al mal llamado racismo, por ejemplo, en el sur del continente africano había personas negras adineradas y también fueron víctimas del Apartheid por el que tanto luchó Nelson Mandela. Esto del racismo no es cuestión de ricos y pobres sino de mentes estrechas.
El racismo como la mala educación se aprende, el ser humano nace con la mente en blanco, somos los adultos quienes enseñamos a odiar, criticar y despreciar a los otros. La burla y el menosprecio del otro por considerarlo diferente, son síntomas de una sociedad enferma, no se puede desconocer que todas esas enfermedades sociales, todas esas barbaridades se las enseñamos a los niños. Algunas de esas atrocidades se enseñan en la casa y las refuerza la escuela, ¡qué tristeza! Imposible negar que de día, de noche, en invierno o verano, la intolerancia dispara armas mortíferas como la obsesión y la terquedad, armas cuyas balas son el racismo, la xenofobia y la discriminación. Ese racismo del que hablan algunos periodistas, se convierte en un arma mortal, ya que entra por la piel, mata la autoestima y fulmina la convivencia. Padres de familia, profesores, por favor eduquen en medio de la diferencia y el respeto por las etnias, Colombia es un país diverso y multicultural, no entiendo por qué algunos quieren borrar las diferencias y las riquezas culturales de los pueblos. No somos iguales.
Un vice-presidente negro jamás borrará la historia de discriminación vivida durante tantos años, la memoria histórica nos dice que por muchos años los negros no eran admitidos en las fuerzas armadas, no había sacerdotes católicos negros, tampoco monjas, menos presidentes, ahora son admitidos, pero hasta ciertos rangos. Me sorprendió leer en la prensa del pasado viernes 8 de abril, “EE.UU. eligió la primera jueza afro para su corte suprema”; dice la noticia que por primera vez el Senado de ese país elige una afro-americana, Ketanji Brown Jackson, para la Corte Suprema de Justicia. Si por aquí llueve, por allá también.
Coda: en Colombia no solo se discrimina por el color de la piel, también se da por ser feo o pobre económicamente, es real.