En diferentes ocasiones, he explicado el por qué utilizo este apelativo cuando estoy en mi ejercicio docente, de manera jocosa, amable y respetuosa le digo a mis estudiantes, “vamos a ver que tan mermaditos están hoy”, nunca lo hago por burla, menos por irrespetarlos y jamás ridiculizarlos, los estudiantes no se deben satirizar, caricaturizar y tampoco reírse de ellos. Detesto las burlas en cualquier grado o dimensión, no acepto que nadie se burle de nadie. Verbigracia, en mi educación secundaria, uno de los profesores, “de cuyo nombre no quiero acordarme”, me dijo bruto con un tono de voz fuerte y, a manera de regaño delante de todos mis compañeros, esto porque no supe escribir correctamente en el tablero una palabra en inglés; mientras mi rostro sonrojado ardía, los demás se burlaban con unas carcajadas tan fuertes que traspasaron las paredes de aquel salón. No niego que esta experiencia me sirvió para pensar y repensar por muchos años mi labor docente, siempre creí, creo y creeré que el trato para los estudiantes debe ser el mejor, nadie es bueno cuando lo tratan mal, estoy convencido de que como tratemos a los demás ellos nos responderán.
Por consiguiente, hoy debemos preguntarnos qué tan mermada está la sociedad. Antes de decir algo al respecto, quiero reiterar que no todo tiempo pasado fue mejor, cada día trae su afán; resulta que hoy abundan los expertos en Inteligencia Artificial (I A) el tema de moda que está transformando las maneras de pensar, sentir y obrar de las nuevas generaciones. Resulta que para algunos expertos la Inteligencia Artificial está desplazando al hombre, quien cada vez está más tullido para pensar. Hoy las prótesis mentales como las computadoras, las calculadoras, el teléfono móvil, las redes sociales y todos sus derivados hacen que el hombre posea mucha información sin ningún esfuerzo. Para mi generación fue diferente, nosotros debíamos hacer consultas en bibliotecas públicas, aprendernos las tablas de multiplicar para poder dividir por tres y cuatro cifras, sacar raíz cuadrada, resolver logaritmos; por otra parte, debíamos saber conjugar bien el pretérito pluscuamperfecto, los pronombres y los tiempos verbales, además de entender las metáforas, onomatopeyas, hipérboles y parábolas. No había tecnología, solo un radio de pilas.
Tengo claro que, en la sociedad pos-moderna, abunda la información, pero escasea el conocimiento, el ser humano piensa mucho, pero racionaliza poco, cada día más mermados. Bienvenida la tecnología, pero, para ayudar no para reemplazar al hombre, no olvidemos que el ser humano ofrece sentimientos, las máquinas no. Para el caso de la Inteligencia Artificial y la escuela, el asunto es bien suigéneris, resulta que algunos profesores, en ellos me incluyo, somos mermados para la tecnología, mientras que nuestros estudiantes son cada vez más audaces y aguerridos en términos tecnológicos, de ahí que valga la pena reiterar que una cosa es la información y otra la inteligencia. Imposible negar que puede haber personas con títulos rimbombantes y ser mermaditos, la mermadez no se borra con jabón Rey o con títulos universitarios, que ayudan sí, pero, debemos esforzarnos más por aprender.
En diferentes escenarios me han preguntado por el rol de la escuela en medio de tanta tecnología. Siempre he argumentado que al estudiante no se le debe prohibir ningún aparato tecnológico, sino enseñarle a utilizarlo correctamente en los tiempos y espacios adecuados. Estoy imaginando a la manera del filósofo francés, Michael Onfray, una escuela sin muros, es decir, no la escuela como un lugar físico, sino como una forma de aprender, la tecnología está facilitando tanto las cosas que cada vez más el hombre siente menos la necesidad de desplazarse de un lugar a otro. Hoy con tan solo un clic se soluciona casi todo, no es necesario ir a los bancos como otrora se hacía, todo se compra a través de la red, sin movernos de la casa podemos hacer todo, comprar y vender.
La Inteligencia Artificial sorprende cada día más con sus alcances, con decir que hasta los mismos creadores han quedado anonadados con los alcances de esta. Muchas personas hoy se preguntan si la Inteligencia Artificial tendrá algún límite y si la humanidad corre algún tipo de peligro ante tanto desarrollo tecnológico. De mi parte considero necesaria una Ética Digital, una forma de programar las máquinas de tal forma que no interfieran en los ciclos biológicos y comportamentales del ser humano, que la tecnología esté en favor y no en contra del hombre y sus descendientes. Recuerdo que al llegar el siglo XXI y toda la revolución tecnológica se decía que los profesores desapareceríamos, eso no pasó, pero, ahora sí me preocupa la robótica tan avanzada y algunos colegas aún con clases magistrales y sin señales de cambio. Qué miedo, cada día más mermaditos.
“El gran motor del cambio es la tecnología”.
Alvin Toffler