Cuando llega el verano, algo en nosotros se activa, las temperaturas suben, los días se alargan y el espíritu se llena de energía; es como si el cuerpo nos pidiera a gritos una pausa, una aventura, un cambio de aire. Y es que, más allá del descanso, viajar en verano se ha convertido en una de las experiencias más poderosas para reconectar con la alegría de vivir.
Viajar no solo nos permite conocer nuevos lugares, sino que también nos llena de recuerdos, nos conecta con otras culturas y nos permite escapar de la rutina diaria. Numerosos estudios demuestran que las personas que viajan con frecuencia tienden a ser más felices. Y no es casualidad: planificar un viaje, conocer destinos nuevos, saborear platos diferentes, compartir tiempo en familia o con amigos y alejarse del estrés tiene un impacto directo en el bienestar emocional.
Para muchas familias latinas en Estados Unidos, el verano representa ese momento esperado del año para explorar, reencontrarse con la naturaleza o simplemente pasar tiempo de calidad con los seres queridos. Y lo mejor es que no es necesario salir del país para vivir una experiencia inolvidable. Estados Unidos está lleno de destinos accesibles, vibrantes y llenos de cultura, perfectos para crear memorias inolvidables.
Ciudades como Miami, San Diego, Houston o Los Ángeles son favoritas entre los viajeros latinos. Su mezcla de playas, vida nocturna, opciones gastronómicas y ambiente cálido las convierte en paradas obligadas para quienes buscan sol y sabor. Nueva York, con su energía inagotable, sus parques, museos y espectáculos, también ocupa un lugar privilegiado en la lista de los destinos más visitados en verano. Y para quienes buscan algo diferente, los parques nacionales ofrecen experiencias únicas: desde caminatas por el Gran Cañón hasta noches estrelladas en Yosemite o rutas en bicicleta por Yellowstone.
Pero si hablamos de tesoros escondidos, Rhode Island merece una mención especial. Este pequeño pero encantador estado del noreste estadounidense es un destino que sorprende por su belleza costera, su arquitectura histórica y su ambiente relajado. Newport, conocida por sus mansiones frente al mar y su historia náutica, es uno de los lugares más visitados en verano. Caminar por el Cliff Walk, disfrutar de un concierto al aire libre o simplemente contemplar el atardecer en la costa puede ser una experiencia profundamente revitalizante.
Providence, la capital, también ofrece planes ideales para todas las edades. Su escena artística, sus restaurantes con sabor internacional, sus festivales veraniegos y el ya famoso WaterFire —un espectáculo de fuego y música sobre el río— convierten cualquier fin de semana en una celebración para los sentidos. Para los más aventureros, Rhode Island también tiene rutas de ciclismo, paseos en kayak, tours gastronómicos y actividades culturales donde la comunidad latina se hace presente y deja su huella con orgullo.
Pero si el alma viajera te lleva más allá de las fronteras, los destinos internacionales están más vivos que nunca. Para quienes anhelan unas vacaciones tropicales, el Caribe sigue siendo una joya inigualable. Lugares como Punta Cana, Cancún, San Juan o Aruba combinan playas de arena blanca, aguas cristalinas y resorts todo incluido que facilitan el descanso total. Y si lo que se busca es cultura y tradición, ciudades como Cartagena en Colombia, Oaxaca en
México o Cusco en Perú ofrecen una mezcla perfecta entre historia, gastronomía y hospitalidad.Europa también se convierte en un imán turístico durante el verano. España e Italia encabezan la lista de favoritos por su riqueza cultural, su comida, su vida nocturna y, por supuesto, sus costas. Barcelona, Madrid, Sevilla, Roma o Florencia son destinos que enamoran con solo poner un pie en sus calles. Incluso Portugal, con su creciente popularidad, ha empezado a atraer a más turistas latinos por su cercanía cultural y belleza natural.
Y para los que desean un verano con un toque más exótico, Tailandia, Marruecos, Japón o Turquía ofrecen experiencias únicas, desde mercados flotantes hasta mezquitas centenarias o templos rodeados de naturaleza. Son lugares donde cada día es una lección viva de historia, arte y humanidad.
Lo importante es entender que viajar no tiene que ser costoso ni complicado. Muchas veces, una escapada de fin de semana a una playa cercana, una visita a un pueblo pintoresco o una caminata en familia por un parque local pueden generar la misma felicidad que un gran viaje internacional. Lo esencial es cambiar de escenario, salir de la rutina y regalarle al cuerpo y al alma un poco de aire fresco.
En estos tiempos en los que la salud mental y el bienestar emocional cobran más relevancia, viajar se convierte en una forma de auto-cuidado. Es una oportunidad para respirar profundo, reencontrarse con uno mismo, fortalecer vínculos familiares y abrir la mente a nuevas perspectivas. Además, permite enseñar a los más pequeños a valorar la diversidad, la historia y la belleza del mundo que nos rodea.
Este verano, no hace falta ir muy lejos para encontrar la felicidad, a veces basta con cambiar el rumbo por unos días, mirar el mar desde otro ángulo, probar una comida nueva o simplemente caminar sin prisa por una ciudad que no conocías, porque al final, más que el destino, lo que realmente importa es la experiencia, la emoción del descubrimiento y la sonrisa que se dibuja en el rostro cuando nos sentimos libres.
Así que haz tus maletas, elige tu ruta y recuerda que cada viaje, por pequeño que parezca, puede convertirse en una gran historia. En Rhode Island, en cualquier rincón del país o incluso en el extranjero, hay un verano esperando por ti. Y tal vez, entre una ola, un atardecer o una carcajada al aire libre, encuentres eso que tanto buscabas: un instante de verdadera felicidad.