Durante una conversación que tuve con mis compañeros de trabajo sobre la esencia de ser mujer este abrió las puertas a reflexiones profundas y perspectivas diversas. En este diálogo enriquecedor, exploramos el significado de ser mujer desde distintos ángulos, tanto desde la perspectiva personal como la profesional. A medida que profundizamos en este tema, surgieron cuestionamientos sobre las cualidades femeninas y la interacción entre la biología, la sociedad y la espiritualidad en la construcción de la identidad femenina.
Inicie con la búsqueda en el diccionario de la Real Academia Española (RAE) que arrojó una definición que describe a la mujer como aquella que posee las cualidades consideradas femeninas por excelencia. Sin embargo, surge la interrogante: ¿cuáles son esas cualidades femeninas? La esencia de ser mujer se despliega en dimensiones biológicas y espirituales, otorgando una riqueza única a la identidad femenina. Aunque el concepto de estas cualidades pueden variar entre individuos, un punto que acordamos es que la ideología de género, propone la eliminación de las diferencias biológicas entre hombres y mujeres, y esto puede entrar en conflicto con la realidad de la experiencia femenina.
La esencia de ser mujer se percibe como un regalo de la naturaleza, una expresión única y auténtica que se experimenta desde el nacimiento. A pesar de los intentos de redefinir o desdibujar la figura de la mujer, la premisa fundamental permanece inquebrantable: LAS MUJERES NACEN, NO SE HACEN. Este enfoque resalta la importancia de abrazar y celebrar la identidad femenina en su forma más auténtica, reconociendo la esencia de ser mujer.
En un mundo que a veces difumina las líneas entre los géneros, es crucial afirmar que la identidad de la mujer no puede ser manipulada externamente. A pesar de las corrientes que buscan redefinir las nociones tradicionales de feminidad, abogar por la autenticidad implica resistir a la presión externa y abrazar la verdadera esencia de ser mujer, tal como se experimenta biológicamente.
Desde el momento de la concepción, la biología comienza a trazar un camino único que da forma a la mujer. La anatomía, los rasgos genéticos, los ciclos naturales y los cromosomas son elementos que definen la identidad femenina desde el principio. Esta realidad innegable destaca la importancia de reconocer que ser mujer es una creación natural y no un resultado de expectativas sociales.
Martha, una de mis compañeras, compartió su perspectiva sobre la mujer como una creación divina que aporta amor, guía y educación a su círculo cercano. Además, subrayó la capacidad de la mujer para administrar, ser la dadora de vida y ser indispensable para el desarrollo de la sociedad y la comunidad. Martha enfatizó la necesidad de que cada mujer valore y respete su esencia innata, reconociendo que cada una contribuye a la creación de un mundo único.
En un mundo que a veces impone estándares poco realistas, celebrar la autenticidad femenina se convierte en un acto revolucionario. Al reconocer que las mujeres nacen con una identidad intrínseca, desafiamos las narrativas limitantes y construimos un camino hacia la aceptación y el respeto genuinos.
En el cierre de nuestra fascinante conversación, quedó claro que la esencia de ser mujer va más allá de definiciones simplistas y estereotipos impuestos. Cada una de mis compañeras y compañeros aportó su perspectiva única, enriqueciendo el diálogo con experiencias personales y visiones del definir que es ser mujer, y todos concluimos que nada se iguala a la verdadera esencia.
Al despedirnos de la sala de reuniones, llevamos con nosotros la convicción de que la identidad femenina es un UNICO concepto entre la biología y lo espiritual. La resistencia a las presiones externas y la celebración de la autenticidad femenina se fundaron como actos revolucionarios en un mundo que a veces impone estándares poco realistas.
Desde la biología que nos da forma, hasta la capacidad de cada mujer para contribuir al amor, guía y educación en su entorno, reconocimos la importancia de abrazar y respetar la esencia innata de ser mujer. Cada una de nosotras, al valorar su individualidad y contribuir a la creación de un mundo auténtico.
En última instancia, nuestra conversación no solo fue un ejercicio de reflexión, sino también un recordatorio de la importancia de seguir desafiando las narrativas limitantes y construir un camino hacia la aceptación y el respeto genuinos. En este viaje continuo hacia la comprensión de la esencia de ser mujer, encontramos la fortaleza para advocar y hacer respetar la esencia de la feminidad.