Las campañas presidenciales son la gran fiesta de la elecciones en los Estados Unidos, son los momentos más algidos y en las cuales los grupos en las zonas del país pulsan por colocar a sus mejores exponentes durante los debates y luego en las convenciones estatales sacan sus mejores rostros para presentarlos en las convenciones que son tan tradicionales que hacen sentir un fervor contagiante.
Incluso, para los casi 60 millones de latinos en la unión americana resulta un evento de no perderselo y ya es común ver como los fundadores se llevan los nuevos pupilos para que carguen y representen con sus pancartas el nombre del candidato que cada estado ya ha aceptado como el ganador.
No es un secreto que en cada estado, según la corriente política tenga ya sus alfiles, sus torres, y sus peones para que la estructura no se desmorone o se diluya por falta de línea de mando.
En las recientes elecciones presidenciales se ha notado un remezón en los diferentes estados, experimentándose cambios en el electorado. Por ejemplo en el sur, Arizona se ha ido volviendo azul, cuando otrora era rojo. Florida se tornó roja, cuando era azul y así, en varios estados las estadísticas han comenzado a dar cambios que manifiestan un inconformismo con los poderes o estructuras establecidas de lado y lado.
Estos movimientos no son gratuitos, se deben a los esfuersos de los partidos por contenerse uno al otro. Es tanta la inercia apoyada en que los moderados de antaño se han mudado a los extremos y no han dejado espacio a las conciliaciones.
Cuando el Presidente Trump polarizó la arena política, los republicanos y demócratas respondieron haciéndose cada cual más extremista en posiciones, manifestaciones y luego cuando cada cual tomó el poder en su momento, arremetió contra el otro usando las herramientas que la constitución les otorgaba para ejercer su poder. Y cuando la constitución no fue suficiente, se usó hasta herramientas fuera de la ley.
No se escapa ningún movimiento. La prueba es que la beligerancia de Bernie Sanders, la de Ocacio Cortéz se ha aplacado raramente y eso demuestra acuerdos silenciosos, los votantes no somos idiotas y sabemos que las aguas siguen corriendo debajo de la tierra. “Los moderados” demócratas están muy callados, nadie sabe hacia donde se dirigen en estas elecciones de medio término. Los extremistas republicanos, han cesado su gran alaraca y estamos a la espera de quienes saltaran a la arena política.
Estos silencios suenan a tormentas, cuando en el campo de batalla se hiergue el silencio, se teme lo peor, las tropas no tienen sociego como en el arte de la guerra.
Para el caso demócrata, el poner su esperanza en los mismnos derroteros hará que los votantes se levantes y pidan por un liderazgo que pueda enfrentarse a los acontecimientos económicos, de política internacional y a las alianzas desconcertantes que silenciosamente hacen aliados y enemigos en el exterior. Dos enemigos internos: la inflación histórica y las crisis en diversos frentes minan cualquier presidencia. La confianza tiene límites y aún en un país que tiene recursos para apoyar a la población, también se pueden sufrir desbordes y grandes calamidades en poblaciones vulnerables.
Abocados a ver la realidad nacional, no podemos cerrar los ojos y dejar que poderes que escapan a la capacidad humana hagan el trabajo que la sociedad y nosotros que somos esa sociedad debemos asumir.
Observadores de cada 2 años, de cada 4 años, debemos mantener nuestra mente lúcida y abierta.
Vigilar los movimientos de quienes mantienen sus puestos de trabajo por encima de la responsabilidad de un cambio de políticas y de iniciativas de crecimiento para los estados, no solo cuidando de que el gobierno federal mantenga las líneas de empleos públicos y dando limosnas a los desempleados privados. O empresarios que hacen que la economía se mueva a través de sus producciones y de sus impuestos.
Las normativas municipales, estatales y federales están bien hechas para sostener un alto número de burocracia, rampante y constante, un estado que se hincha cada vez más, pero que para el orden de quienes están fuera de ese círculo resulta distante.
Las campañas de los nuevos aspirantes a relevar a quienes se retiran o a quienes pasan al nivel federal o a quienes cambian de lo público a lo semi-público o a quienes aspiran a ser funcionarios y se han cansado de ser políticos.
O para los más osados, que luego de administrar como funcionarios quieren ir a ser legisladores, nos deja una pregunta.
¿Cuáles son los acuerdos que se tiene que hacer para que se permita hacer este tipo de cambios y trashumancias sin que dentro de los órganos partidistas o de control esto no despierte envidias, celos o pugnas?
¿Cuáles son los acuerdos para que la competencia sea tan silenciosa y que todos corran por los mismos puestos contra todos, pero todos son los mismos? Así como cuando revolvemos el dominó, que al final tenemos las mismas siete fichas para jugar. Vemos las mismas caras y no pasa nada, vuelve y juega. Bueno, es que cada cual sabe para que cargo va.
Nuestros hijos nos preguntan: ¿Y cómo es ese rollo?
Si los muchachos que están actualizados no lo entienden, yo les digo que lo que yo entiendo es que los votantes le tienen miedo a la misma piel de tigre, creen que no hay si no los mismos que van y vienen, sin embargo, el sentir de la gente en el campo de campañas es el mismo, están atados de pies y manos; con la esperanza de que los practicantes de políticos y de administradores les consigan el puesto a su papá, a su hermano que recién se gradua; se hacen los que no ven o no saben que pasa.
Un dato: cada departamento del estado, de la ciudad y del gobierno federal está lleno de posiciones, por ley están disponibles y cuentan con sus páginas en internet para que la población vaya e investigue y se prepare para cumplir los requisitos y aplicar a empleos de su preferencia. No teman, de pronto se encuentran con el que está hecho a su medida.
En estos casos, empleos que están marcados por la política y muchos están protegidos por las uniones dentro de los departamentos. Otros, están bajo normas de antiguedad y de méritos.
Es de entender que se puede trabajar dentro del gobierno y ser libre de elegir, pero, si los empleos están amarrados a un candidato, a un funcionario que es más político que funcionario, entonces debe estar preparado para los acuerdos silenciosos.
También debe estar preparado para los acuerdos silenciosos que no requieren campañas muy escandalosas.
Dependiendo del estado o la región donde usted viva podrá comprender que las campañas no es que sean silenciosas, es que los acuerdos bien hechos se hacen en silencio.
Pero lo más escandaloso es el voto libre y a conciencia. Los pueblos aún con esos acuerdos puede decidir y darle el mejor rumbo al destino de su país.
A votar con altura y conocimiento.