“Ay, maldita navidad, ya vienes con tu bullicio, veo que todos se divierten, para mí es un sacrificio. Hoy me embarga una nostalgia, este año nadie me abraza, treinta y uno de diciembre, cómo estarán en mi casa… maldita navidad con sus luces y colores, maldita navidad, solo dejas sinsabores…”.
Así canta, Gabriel Alonso Suárez Romero, más conocido como “El Cumbiambero Mayor”, o, simplemente Gabriel Romero.
Quiero empezar diciendo que yo no maldigo la navidad, pero confieso que no me gusta, para mí es el mes más duro del año. Los diciembres afloran en mí un montón de sentimientos revueltos con nostalgia y mucha tristeza.
Respeto y respetaré los gustos de cada cual y, espero respeten los míos. Tengo muy claro que a unos nos gusta el color blanco y otros prefieren el negro, ante todo el respeto.
Mis razones tendré para que en mí no broten esos sentimientos de júbilo y alegría que afloran en la mayoría de las personas. Vale la pena recalcar que quienes no gustamos de la navidad, no somos bichos raros o algo semejante, no, simplemente no nos gusta. Como no pretendo amargar la vida de nadie, por eso me retiro y dejo que los demás sean felices, tienen todo el derecho a reír y gozar.
Recuerdo que en mi juventud fui un gran admirador de toda la música de Diomedes Diaz, el cacique de La Junta (Guajira), recuerdo también que al llegar a una fiesta siempre alguien decía “un diomedazo para Carlos” y me complacían con alguna canción, ¡gratos recuerdos!
Con el pasar de los años cuando fueron cayendo hojas blancas en mi cabellera, mi hijo, Anderson, me volvió salsero, y sí, hoy por hoy escucho mucha salsa, algunos cambian de religión, yo cambié mis gustos musicales.
Volviendo a Diomedes, debo decir que aún lo escucho, pero no con la intensidad de mi juventud; cuando llegaba la navidad, siempre hacía sonar la canción, “Mensaje de Navidad”, que me hacía llegar a grandes reflexiones; “unos dicen que buena las navidades, es la época más linda de los años.
Pero hay otros que no quieren acordarse, de la fiesta de Año Nuevo y de aguinaldos… Les deseo un próspero año nuevo, y ventura pa’ los que vienen…”. Para mí, la Navidad es un tiempo de encuentro con el otro, con la familia, con los amigos y todos aquellos seres queridos.
En medio de esta evocación, imposible olvidar la hermosa voz de Jairo Paternina, cantando aquella conmovedora canción, “Triste Navidad”, no puedo olvidar que la sonaba varias veces y me transportaba a escenarios bastante meditativos
“Otra vez Navidad, otra vez soledad. En la calle la gente solo lleva en su mente, regalar, perdonar. Otra vez Navidad, otra vez soledad. Entre pólvora y gritos, risas y villancicos, la gente viene y va. Todos llevan una ilusión, todos tienen fe y devoción, todos tienen un alguien, y yo no tengo a nadie, solo mi soledad”.
No dejo de pensar que no es lo mismo la navidad estando libre que preso en una cárcel y alejado de todos, igualmente, sufren quienes pasan en un hospital, sean enfermos o cuidando y asistiendo a un familiar o amigo.
Como podemos darnos cuenta, la Navidad no es igual para todos y eso debe respetarse, hay a quienes les gusta emborracharse y quedar sin sentido, convirtiéndose en el hazmerreír de todos, mientras otros, como yo, disfrutamos de unas ricas cervezas heladas, sin necesidad de llegar a la embriaguez total o profunda.
Para mí, la canción campeona que pone a pensar a muchos es y será, “Mamá, ¿Dónde están los juguetes?” “Mamá, ¿dónde están los juguetes?, mamá, el Niño no los trajo. ¿Será que no vio tu cartita, que pusiste en la noche, sobre tus chancletitas? Mamá, hoy me siento muy triste, mamá, ¿el Niño no me quiere? ¿Será que tú hiciste algo malo, y, el Niñito lo supo?, por eso no los trajo. Mi amor, ya no te sientas triste, mi amor, si a tu lado me tienes, y, así, esperaremos juntos, rezaremos al cielo, hasta el año que viene…”
Siempre, en estos tiempos pienso mucho en aquellos niños que no tendrán nada de regalos, mientras ven que sus vecinitos recibieron un obsequio navideño.
Sé que para algunos esto no dice nada, pues, para mí si dice mucho, no es lo mismo vivir en la opulencia que, en medio de una pobreza extrema donde falta hasta la comida. ¡Ah!.., la sensibilidad y el respeto por el otro no se adquiere con títulos universitarios o un buen empleo, no, la sensibilidad llega cuando me pongo en el lugar del otro.
Sin temor a equivocarme quiero decir que la navidad ha sido y será siempre una, pero las realidades humanas son muchas y muy diferentes, lo digo porque mientras algunos esperan la navidad con alegría y entusiasmo, seguramente otros quisieran borrar del calendario ese mes que solo les trae recuerdos, tristezas y melancolías que les arrugan el alma.
Teniendo en cuenta que el hombre por naturaleza es diferente, así lo demuestran sus huellas digitales, y, que no todos tenemos las mismas oportunidades, no podemos pensar que las fiestas del fin de año las viven todos con la misma intensidad, no, las circunstancias de unos son y serán muy diferentes a las de otros.
Mi intención con estas letras es llamar la atención de aquellos que, en medio de su arrogancia, el dinero y la ostentación, se creen el ombligo del mundo y piensan que la vida siempre les sonreirá y les será favorable, y no es así.
En mí ya larga existencia he visto caer castillos y personas poderosas, no pretendo desearle mal a nadie, jamás lo haría, pero sí quiero llamar la atención para que pensemos en los desprotegidos y más necesitados; gocemos y pasemos bien esta Navidad, pero, siendo conscientes que hay seres que sufren y que con un poco de solidaridad podemos hacerles más llevadera esta época del año, con pequeñas acciones y unidos podemos alegrar un poco la navidad de alguien.