En ocasiones y escenarios diversos podemos escuchar hablar sobre autismo, pero en realidad tal vez no estamos conscientes de lo que esto significa tanto para la comunidad infantil como para las familias que están a bordo de este viaje, donde sus hijos experimentan una serie de dificultades que impactan su salud, desarrollo educativo y social.
Con el transcurrir del tiempo y el surgimiento de nuevas generaciones son más los niños que padecen esta condición, cada uno aunque comparta el mismo diagnóstico, lo refleja y actúa de manera diferente. Sin embargo, todos presentan dificultades en 3 áreas: interacción social, comunicación y comportamientos de repetición.
De acuerdo a La Guía de Recursos en Rhode Island para Familias con niños que presentan Trastornos del Espectro de Autismo (TEA), el término autismo se emplea para describir a los infantes que presentan comportamientos específicos asociados con trastornos neurológicos, que afectan las funciones del cerebro. Evaluaciones recientes indican que se han identificado trastornos del espectro autista en 1 de cada 36 niños de 8 años de edad (2.8 %), según un análisis publicado en el Informe Semanal de Morbilidad y Mortalidad (MMWR) de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), en marzo de este año.
El TEA no se limita, puede tocar cualquier esfera racial, étnica o socio-económica. Estudios en Europa, América del Norte y Asia muestran una prevalencia promedio de personas con autismo entre el 1% y el 2% de la población, condición que es casi 4.5 veces más común entre los niños que entre las niñas.
Algunas señales que indican que su hijo pueda ser autista son trastornos genéticos y psiquiátricos, ansiedad, desapego emocional, aislamiento, desorden del aprendizaje no verbal; el niño o niña no parece entender cuando se le pide algo simple, no responde a su nombre con normalidad, no desarrolla el lenguaje aunque repite palabras o frases.
La sensibilidad sensorial es muy común en algunos niños autistas, lo que explica que sus sentidos estén en niveles más activos, provocando que se cubran sus oídos como señal de que el ruido les molesta; se quiten la ropa manifestando incomodidad con la sensación de la tela al tocar la piel; se rehusen a comer ciertos alimentos por la sensibilidad en la textura de los mismos; o se coloquen objetos cerca de la nariz para olerlos. También hay que tomar en cuenta que se vuelven insensibles o hiperactivos en lugares ruidosos o con mucha luz.
Otras características que denotan los niños con TEA son tener rabietas frecuentes, falta de temor al peligro, golpear o morder a otros o a sí mismo, así como no presentar reacción al dolor. Investigaciones revelan que entre el 90 y el 95% de los niños con autismo presentan TEA idiopático, lo que significa que la causa es desconocida, mientras que en el otro 5-10% de estos niños el TEA es calificado como “secundario”, puesto que predice que existe una causa, ya sea genética o ambiental (esta última se considera una teoría sujeta a comprobación).
Lo cierto es que aún no existen exámenes médicos específicos para diagnosticar el autismo, pero los especialistas indican que un diagnóstico exacto se puede basar en la observación del comportamiento del niño, específicamente en su destreza para comunicarse, sus habilidades sociales y su nivel de desarrollo. Sin embargo, el Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, Cuarta Edición (DSM-IV), publicado por la Asociación Americana de Psiquiatría, es el instrumento con el se puede emitir el diagnóstico de un TEA, o de cualquier otra discapacidad de desarrollo.
Es imprescindible que como padres estemos bien alerta ante cualquiera de las manifestaciones mencionadas anteriormente debido a que una detección temprana del autismo puede abrir un abanico de posibilidades, que nos proporcionarán la educación y las herramientas pertinentes para ser mejores padres, además de crear las estrategias necesarias de convivencia y fuentes de soporte para que nuestro hijo o hija reciba las mejores atenciones en su condición especial.
Existen grupos de apoyo y programas de intervención temprana diseñados para evaluar el desarrollo de los niños con autismo desde el nacimiento hasta los tres años de edad, así como también organizaciones como Autism/Asperger ‘s Network (AANE), quien ofrece ayuda a la comunidad hispana.
El acompañamiento del Departamento de Educación a través de los servicios de educación especial es fundamental. Disponen de facilidades que abarcan desde terapia del habla, terapia ocupacional y terapia física, hasta la participación en actividades y clases con niños que no tienen discapacidades, grupos en los que se trabaja arduamente para moldear su comportamiento y mejorar su estilo de vida.
Si usted tiene alguna duda o sospecha en cuanto al desarrollo y conducta de un niño o niña, no dude en comunicarse con su pediatra o buscar asistencia en una de las entidades mencionadas en este artículo. Lo más importante es el bienestar y cuidado de quienes más queremos.