Nueva etapa en la historia que nos toca enfrentar y caben muchas reflexiones. Las decisiones tienen consecuencias. La responsabilidad es el costo de las decisiones. Tanto los ciudadanos que ejercimos el voto, como aquellos que no participan y dejan que las cosas fluyan, somos parte de la realidad que está por venir. Es hora de responder si somos invitados de piedra.
Está probado con los números, las estadísticas y los resultados que hay una mayoría de ciudadanos que hablaron claro sobre el futuro del país que llamamos hogar. La verdad es que según el estado donde vivas ocurrirán cosas diferentes, el hecho de vivir en un país con un sistema de gobierno federalista y con un modelo económico capitalista no obliga a los estados ni a sus residentes a ser iguales. El mapa electoral de las costas occidental y oriental de los Estados Unidos con un color azul denota una alineación demócrata y deja a la mayoría de las zonas del país con una mayoría de preferencia republicana o roja. No olvidemos que son las dos costas con la mayoría de población y con la mayoría de industrias, empresas y recursos.
Aclarando que en los estados marcados con el color rojo hay muchos votantes demócratas que no pudieron hacer que su estado prevaleciera como demócrata. También debemos tener en cuenta de ese fenómeno de estados que cambian su preferencia política cada período, según las condiciones socio-económicas entre otras razones. Esos estados son los que inclinan balanzas y han dado cambios a los resultados, sorprendiendo a los estados que son fieles en su postura.
Hago este recorrido de lo ya conocido por casi todos los lectores para entrar a reflexionar sobre lo que puede devenir en esta nueva etapa con un gobierno republicano. Sobre todo con Senado y Cámara con ventajas a la hora de encontrar consensos o incluso a la hora de disentir en las votaciones de las nuevas políticas que se avecinan, las cuales fueron muy bien expuestas y prometidas en la campaña.
Pero el tema es ¿Que pasará en los estados de corriente azul? ¿Cómo los representantes de cada estado se alinearán para las luchas en Washington para buscar frenar políticas que no le favorezcan a los políticos y a las administraciones de los estados demócratas?
Ya se ha escuchado como varios fiscales generales, gobernadores e incluso congresistas de estados demócratas están dispuestos a demandar muchas de las políticas propuestas por la nueva administración. Y eso es saludable, algo que aplaudo es eso, el debate, el poder ejercer la ley de pesos y contrapesos. Eso demuestra que tenemos democracia. Lo único que queda un poco claro es como esa lucha está dentro del respeto a la mayoría de votantes que eligió un determinado partido, candidato y programa de gobierno.
Los políticos que tienen el poder ejecutivo, judicial y legislativo tienen la palabra porque los votantes les dieron ese empleo, ya sea demócrata o republicano. Los votantes harán respetar ese voto y ese mandato de 2024 y ello debe prevalecer por encima de la investidura que se le ha dado a los políticos que no están alineados dentro de las ideas conservadoras.
Rotación partidista, rotación de políticas, rotación de candidatos, todo ello hace parte de la vida activa y de la política de los pueblos. Estados Unidos no es la excepción, es un estado de derecho, donde el derecho y la obligación son parte del pastel, si vives y trabajas en este sistema ese pastel es lo que hay. Quien no lo quiera consumir tiene su libertad de decidir su futuro.
Si sólo se demostrara que cualquier oposición sana es para eso, para balancear el poder y para defender políticas que sean justas o que no lesionen al público en general, yo diría que está en su justo lugar.
Pero cuando dicha oposición se salga del interés de la mayoría, ya que nunca serán satisfechas todas las aspiraciones al mismo tiempo, para entrar en la oposición acérrima partidista de colores o de intereses personales, ello desborda en la anarquía.
Para quienes llevamos más de tres décadas en los Estados Unidos y que hemos sido testigos de al menos 4 administraciones podemos afirmar que no es una etapa fácil. Es una etapa de la historia con grandes desafíos, etapa en la cual, la ya muy creciente comunidad latinoamericana por primera vez se alineó en su mayoría a un partido republicano.
Muchos analistas venían prediciendo que la comunidad latina podría ser mayoría demócrata o incluso llegaron a predecir que llegaría a ser un partido nuevo, pero no, que va; los desafilados, los independientes o incluso los indecisos se fueron hacia un lado conservador en masa. Incluso en estados demócratas las juntas electorales muestran mayorías de la población superando las estadísticas de los partidos con desafilados e independientes. Estos números deben darle un mensaje a los actuales políticos que llevan muchos años pensando en que el voto ya está asegurado para que replanteen sus posturas y sus políticas a futuro cercano. A los que empiezan en la política, es un mensaje de lo que les espera con votantes más informados y más preguntones y exigentes.
Una lección es que el voto ya está influenciado por como va el mundo y como ve el votante su propio patio, como quiere su sociedad y como mira su futuro. Para los nuevos políticos, la educación política no es hacer lo que el padrino le diga, lo que el padrino le enseñe. Deberá mostrar su autonomía y su capacidad de trabajar con lo que el votante le exija y con lo que ese trabajo de representación significa. No es representar solo a un partido o a un liderazgo de partido para mantenerse en un cargo o para conseguir otro puesto más alto.
El cambio histórico no va hacia un tercer partido, eso sería más gasto burocrático como ocurre en los países latinoamericanos. En Rhode Island el tercer partido «No Label», primero no cuajó en elegir a un candidato y luego perdió el registro. Por lo tanto, la población se ha decantado por las ideas más conservadoras, parece ser una tendencia mundial, producto de un movimiento liberal que en muchos países ha enfrentado a las generaciones. Esta etapa política de los Estados Unidos en esta etapa marcará la historia y deberemos ser partícipes para que no pasemos desapercibidos como invitados de piedra.