Agradezcamos a esas mujeres que nos formaron con palabras, con silencios, con abrazos y con su fe inquebrantable. Recordemos que cada una de ellas es una herramienta de Dios para moldear corazones y construir generaciones más sanas.
Agradezcamos a esas mujeres que nos formaron con palabras, con silencios, con abrazos y con su fe inquebrantable. Recordemos que cada una de ellas es una herramienta de Dios para moldear corazones y construir generaciones más sanas.